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Curso 2016/17

viernes, 27 de noviembre de 2009

EJERCICIO NÚMERO 8

Volvemos a nuestra tradición unidireccional con este ejercicio. Es decir, una semana, una propuesta, no obligatoria y sí completamente libre en cuanto al número y género de los textos - si es que lo tienen-.

A partir de esta imagen de Marta Aparicio titulada La cárcel del verano escribiremos todo lo que nos sugiera: sensaciones, vivencias agazapadas, esperas, etc.
Para que el blog se convierta esta semana en amarillo verano o amarilla nostalgia de él.
Como veis la poesía se pega, se contagia, es una enfermedad de trasmisión textual.
Vicenta Gallego

No es la cárcel, es la espera.
La espera dónde duermen los sueños.
Sueños soñados acunados en las tumbonas, amigas íntimas del placer.
Ojos semiabiertos jugando con los rayos del sol.
La piel acariciada por la brisa suave que despierta los sentidos.
¿Vendrá o no vendrá?, si viene le daré un beso.
Y las olas cantando sin parar...¡ qué sueñecito!.
Las tumbonas lo saben todo, por eso esperan que llegue el próximo verano, tranquilamente.

Pura Simón

EL PARAÍSO PERDIDO

Cuando llegué a aquella pequeña localidad costera, sólo tuve un deseo: que llegara el día de mi partida. Habría de permanecer allí hasta que me dieran un nuevo destino en mi trabajo, motivo que me había llevado hasta aquel desolado paraje, y que, en el mejor de los casos, sólo sería un año.

Era un día lluvioso de finales de septiembre, y los últimos veraneantes ya habían abandonado el lugar. Los únicos habitantes visibles eran jubilados ingleses, alemanes o suecos afincados en la zona, aferrados al calor de una tierra lejana a sus países de origen para pasar sus últimos años de vida.

Me costó encontrar un bar abierto donde poder echar un bocado, lo cual me exasperó considerablemente. Todo -hamacas, toldos, sillas, sombrillas- había sido plegado y recogido hasta una nueva temporada, lo mismo que si del desmontaje de una puesta en escena se tratara. La representación del júbilo y la algarabía sobre un decorado con paisaje de color en días soleados y noches de música a la luz de la luna había llegado a su fin. La estampa la completaba un enérgico viento que azotaba las palmeras, las cuales se resistían a ser abatidas, y que consiguió que yo acabara de volcar toda mi hostilidad hacia aquel sitio, ya que me impedía avanzar a lo largo del paseo en busca de un puesto donde saciar mi hambre.

Yo, por entonces, venía del centro de una ciudad del interior, relativamente grande, en la que la agitación, el gentío, las propuestas, las ofertas y el vaivén frenético eran la costumbre, y la echaba de menos. El despertar con las campanas de su majestuosa catedral había dado paso a conciliar el sueño al compás de las olas del mar. Las palomas que revoloteaban en el patio interior del viejo edificio del casco histórico donde vivía habían sido sustituidas por las gaviotas que planeaban a sus anchas sobre la arena marinera, y que yo podía contemplar desde mi terraza con vistas al mar. La verdad, dudaba mucho que pudiera habituarme a aquel forzado retiro.

Pero, casi sin darme cuenta, fui integrando mi soledad en aquel remanso de paz, donde mi alma se abría y experimentaba sensaciones placenteras que nunca antes había gozado. Incluso llegó el momento en que el sosiego y la libertad alcanzados conseguían que, cuando me ausentaba de allí, me faltara el aire para respirar y me invadiera un ferviente deseo de volver a aquel paraíso que parecía haber sido creado para mi propio disfrute. Llegué a sentir que todo aquello, de alguna manera, me pertenecía un poco y que yo también pertenecía ya a aquel ámbito. Que, sin duda, era el lugar donde quería vivir.

Poco a poco, me fui dejando seducir por cada rincón de aquel espacio, maravillándome con cada nuevo descubrimiento: una nueva ruta que recorrer, una asombrosa vista que contemplar, una recóndita terraza donde descansar. No había cosa que no despertara gratamente mis sentidos.

Descubrí cómo, en el silencio nocturno, una luz en la ventana de enfrente puede ser reconfortante o motivo de excitación y cómo un ruido en el apartamento de arriba puede ser causa de incertidumbre o de seguridad. Me conmovió el embelesador reflejo de la luna sobre el mar en la clara noche, acompañado de la música radiada por un viejo transistor, y sentí la fascinación del colorido arco de parte a parte del océano con la incipiente aparición de los rayos luminosos tras la encabritada tormenta. Aprecié, cada amanecer, como único testigo, los centelleos de las pequeñas embarcaciones pesqueras, en la inmensidad del mar, volviendo a puerto tras la dura faena.

Y disfruté el renacer de la primavera, contemplando la estrenada fisonomía del paisaje, que despertaba del largo letargo invernal. De nuevo, la luminosidad, la actividad y las gentes se adueñaron del lugar, exhibiendo su alegría y alborozo. Sorprendentemente, yo, entre todo aquel despliegue, me sentía poderosa, como si la complicidad establecida durante meses con el entorno me hiciera merecedora de ser un poco más dueña de él.

Y volví a recibir al otoño, y con él llegó, otra vez, el aislamiento y el olvido. Pero eso ya no suponía ningún rechazo por mi parte. Muy por el contrario, permanecí allí, al confortable resguardo de aquel mar y de aquella tierra, durante cuatro años más; hasta que llegó el momento de la despedida. Nunca hubiera imaginado que un lugar tan ajeno lograra instalarse de esa manera en mi alma, y que me pudiera sentir tan huérfana, tan destronada, ante el paraíso perdido. Hoy, desde la distancia espacio-temporal, y desde la serenidad, sigo recordando los años que pasé en aquel lugar y no hay duda de que fueron algunos de los mejores de mi vida.


LA CÁRCEL DEL VERANO.

Kaye Saunders

Encarrilados hacia el mar comienza la ilusión del veraneo, atrapados todos en el culebreo colorido de coches, capsulas de aire acondicionado, bajo en sol implacable.

Un caracoleo impuesto día tras día, mañana, tarde incluso fines de semana para ira a lucir bronceado, todos atascados en el círculo de los hábitos de verano.

La tiranía del verano pone a cada uno en su sitio. Los afortunados agobiados por el calor, se enjaulan en apartamentos expuestos a la brisa del mar y a la mirada de todos, los currantes se enclaustran en oficinas de frescor asegurado.

En la playa los extranjeros pillados por sus costumbres cercan su territorio del día entre dos parasoles clavados en la arena a horas muy intempestivas. Cuatro toallas extendidas con precisión militar encierran su ilusión veraniega. Los demás con calma erigen sus barricadas en primera fila de playa y codo a codo se escurren al Mediterráneo.

El paseo matutino se convierte en maratón masivo y el de tarde en una agobiante congestión de gentío, y vendedores que se confunden con la noche bochornosa. Por la noche los decibelios de fiestas vecinas envuelven todo, pero eso es la esencia del verano.

Por la tarde la inmensidad del mar vaciado de veraneantes, recobra su esplendor con destellos de los últimos rayos de sol bailando sobre el agua, añicos brillantes de rosas, azules, malvas, hipnotizantes con el vaivén de la marea. Entre el ocaso y el mar me deslizo, el agua cálida, bálsamo para el cuerpo, liberación para el alma.

Verano azul (Into the blue)

Verónica Segoviano

Entrados en julio hace calor para aburrirse. He preparado una sopa de tomate Vida y la he guardado en el Kelvinator para que esté bien fresquita cuando vuelva Jacinto, mi marido. Me asomo a la ventana al reclamo de un griterío. Una familia carga un Peugeot 403. En la vaca un parasol y varias sillas de lona rayada, radiantes con su etiqueta de Muebles Garby. Parecen resistentes. Nosotros nunca vamos a ninguna parte. Jacinto dice que eso de las vacaciones es para gente pudiente.

Vuelvo al salón a cubierto del sol. Si ayer hubiera estado mi hermana podríamos habernos alargado a Galerías Preciados a perfumarnos y haber burlado esta temperatura agobiante. A Jacinto no le gustan los ventiladores, dice que se le corta el sudor. Para hacer más llevadero este verano me he sacado a plazos dos obras de Don José Mª Gironella, “Un millón de muertos” y “Los cipreses creen en Dios”, a través de un cupón de Crédito Editorial Ibérico. Total, un reembolso de 50 pesetas y nueve meses a 50 pesetas cada uno. No se lo he dicho a mi marido, pero he vendido dos papeletas de empeño del Monte que tenía con el reloj de cadena de mi padre y un aguamanil por el que me dieron 125 pesetas en su día. El resto lo juntaré con pequeños ahorros del presupuesto mensual que me da. Para empezar esta semana no iré a la peluquería. Subiré a ver a la Acacia, la del tercero, que me haga la permanente y me ponga ella el plis. Si me pregunta, le diré que me han tocado en alguna rifa en el mercado. No creo que sospeche, nunca me acompaña a la compra. Hay retraso en el servicio de Correos por las vacaciones y por eso no me han llegado los libros. Paciencia, así los cogeré con más ganas.

Mi reloj Omega marca las cinco. Como todos los domingos, Jacinto se ha ido a la taberna a echar la partida y escuchar la etapa del Tour por la radio. Enciendo el televisor y miro “A tiro de cámara”, un espacio filmado que trata de la actividad de la mujer en varios campos profesionales. Me gusta sobre todo ver a las chicas jóvenes que trabajan en las oficinas. Luego miro “Mundo insólito” un programa que presenta aspectos insólitos de la vida que apenas percibimos y, sin embargo, están ahí con su sorprendente realidad. El televisor me hace mucha compañía. Tengo suerte de disfrutarlo, mi hermana, sin ir más lejos, no tiene y algunos fines de semana viene con los críos y su marido a ver algún programa. Jacinto no pone muy buena cara, pero creo que lo prefiere a ir de visita a su casa. De repente, se va la luz. Estos calores tenían que terminar como siempre ocurre, en truenos.

Me refugio en la radio. El Tour, toros o religión. Un curita cuenta con fervor que Juan le decía a la Santísima Virgen señalando a Jesús: “He ahí a tu hijo”; y luego se dirigía al mismísimo Jesús para soltarle eso de: “He aquí a tu madre”. Obvio me digo yo y apago el transistor.

Me abanico con el periódico hasta que se me pasa un poco la sofoquina. No es que traiga muchas noticias. Por lo visto, la Dirección General de Seguridad comunica a través de una Disposición para la salvaguarda de la moralidad y las buenas costumbres que, los mayores de catorce años, no podemos usar traje de baño ni pantalón corto por las calles, carreteras, restaurantes, bailes… salvo los merenderos de la playa acotados en las fechas estivales. Si ya lo dice mi Jacinto, contra el calor lo mejor es taparse. Y si ahora lo ordena una ley, cierto será.

Se ha clausurado el II Congreso de la Familia Española. Se nos advierte que los nuevos horizontes que se abren para la mujer fuera de casa, no deben menoscabar nuestra función primaria de madre y educadora, sementera y baluarte de los valores morales del hogar. No me afecta, carezco del ornamento de las familia cristiana, los hijos. Ya me gustaría hacer reyes a mis hijos y pagar por esa luminosa ceguera. Sería una dependencia viva, libre y no esta servidumbre que me ha tocado. No me desespero, aún soy muy joven.

Carmen de Lirio se ha convertido en la Señora de Ruvinskis. A la pobre se le ha ido el hombre a Buenos Aires en plena Luna de Miel. El trabajo, dice ella, es casi tan importante como el amor. No sabe si se va a dedicar al hogar, lo que sí sabe es que desea multiplicarse. En casa manda él y ella sabe obedecer. Vaya novedad pienso yo. A fin de cuentas da igual que seas la mujer más guapa del momento o una del montón.

Me doy una vueltecita por los anuncios por palabras. Jacinto me dice que estoy boba, que no nos hace falta nada. Me hace dudar, pero cuando no está los miro.

Señalo dos en la hoja de Huéspedes:

Centriquísima, confort, completa. 2214587.

Señorita sola, maestra, domicilio. 3518268.

Se los pasaré a una amiga del pueblo que está pensando en venir a vivir a la capital por si le hacen avío. Al principio estuve tentada de decirle que no se moviera de allí, que aquí no hay para tanto. Pero luego me arrepentí, porque no tiene un buen panorama. Se ha quedado sola la pobre y no tiene quién se haga cargo de ella.

Por ser día festivo la hoja de caridad viene más llena que de costumbre.

4103. Audífono para profesora de primera enseñanza, sola, necesario para ganarse la vida. (Presup. 2850 Ptas.)

4114. Atrasos de casa a viuda enferma, con tres menores, madre y dos tías ancianas.

4118. Atrasos y desempeños a familia con cinco niños; los padres mudos.

Son las ocho y cuarto. Ha vuelto la luz. Menos mal, no quiero perderme “Gane su viaje”. Es un concurso turístico que presenta Jorge Arandes. El afortunado matrimonio de hoy se lleva ochocientos diecinueve kilómetros, suficientes para viajar a cualquier rincón de España. Los hay con suerte.

Pasan de las diez. A estas horas no creo que Jacinto venga a cenar. Me tomo la sopa fría. Miro la película de largo metraje mientras plancho. Sobre las once aparece en el salón. Le brillan los ojos. Ni se me ocurre ofrecerle de cenar. Se descalza y se desploma en el sofá. Mientras ronca, le remiendo los calcetines y escucho la preciosa voz de María de los Ángeles Herranz recitando en “Versos a medianoche”. Como cada día la programación se despide con el “Momento Musical”.

Han pasado los años y apenas me quedan más recuerdos del verano. Tal vez el horror encarnado en el Dúo Dinámico y su éxito “El final del verano”. Los llantos cuando a Desi de “Verano Azul” le bajó la regla. Era ya lo que le faltaba a la pobre, encima de que llevaba gafas y hierros en la boca. Las portadas de periódicos cuando murió Chanquete. Y aquel bendito día en que Jacinto me anunció mientras chupaba un Frigo Pie: “No eres tú, soy yo. Necesito unos días para ver si te echo de menos”. No sé cómo podía comerse eso, a mí me daba un tufillo a queso, un puntito a pedicura que me echaba atrás. La verdad, no se me ocurrió decir nada. Me quedé sola en la terraza de aquel bar, comiéndome un Frigo Dedo. Libre para marcharme por fin de vacaciones a la playa, aunque fuera con mi hermana, sus cinco hijos y el pesado de su marido.




MI PASION
Maribel D`Amato

Ya es verano, dije un día a mi compañero de asiento de aquel autobús que nos llevaba a la playa. Hoy voy a abrir las puertas de rejas que guardan sillas y tumbonas. Y así con las rejas abiertas saldrán a pasear todos nuestros deseos. Volarán nuestras ganas de tumbarnos al sol y tocar la arena con los dedos, nuestra sed de cerveza en el chiringuito ,nuestro libro olvidado tras la puerta del frío invierno ,nuestros vestidos de tirantes,esas cálidas noches de fiesta de la espuma y aquel beso ni robado, ni furtivo.
Cuantos buenos recuerdos tras esas rejas, Hay que dejarlas abiertas, que salgan sillas y tumbonas a reencontrarse cada cual con su trasero. La de rayas azules con el de la adolescente que sueña con un amor eterno, el de la madre primeriza con una silla ligera que no le impida ir tras sus traviesos gemelos, una tumbona de rayas verdes para la pareja de cuarenta que apenas se hablan y una alta y multicolor para la madre o la abuela. Cada una con su silla y con sus sueños.Hay sillas para las altas y para las bajas, para flacas, para menos flacas y para autenticas gordas .Todas ellas resisten alegres lo que a cada una les toca.
Son sillas de sol , de sombrilla, de aluminio, de fibra, altas, bajas y mas bajas. Todas ellas albergan una historia, seguro que alegre y optimista ,nadie debe encarcelarlas de nuevo es mejor subirlas a casa y guardarlas detras de la puerta para que sean testigos fehacientes de esa mano que pasa las hojas de un almanaque con paisaje de mar y palmeras y hablarles cada noche y contarles que solo quedan unos doscientos días para que vuelvan a lucir orgullosas sus rayas un tanto desvaídas por los rayos de sol.

VERANO INFIEL

Isabel Ubé

Te agradezco que este año

retrasaras tu partida,

que dejaras escapar el tren

con hora fija.

Acaricié el regalo de esos días,

de esos rayos

de calor iluminados.

Por eso ahora

aún te extraño

tanto,

que ayer

quise volver

a nuestra playa.

Me descalcé

para sentirte

entre la arena,

reflejado en el azul

de un mar en calma.

Mas la fina arena

estaba fría

y la espuma de las olas

borraba toda huella.

Sé que otro Hemisferio

te cobija,

que vives feliz

entre otras gentes.

Yo te espero impaciente,

como siempre,

guardado bajo llave

nuestro lecho

de hamacas y tumbonas.

Regresarás

tras la futura primavera,

acariciando mi piel

con suaves cremas.

Mi amante,

Verano infiel

alegrando mis días

y mis penas.


Elena Torrejoncillo.

Apresó al sol
la cárcel del verano
heló mi mano.

Cristina Cabedo Laborda

HACE CALOR

No entendía por qué mi padre ponía el candado más grande que tenía para que no entraran a robar al trastero donde guardábamos las sillas para ir a la playa, incluyendo la de uso exclusivo de mi madre porque según ella tenía un mejor respaldo, las esterillas, las toallas: unas para poner encima de la arena, otras encima de las propias esterillas porque si no molestaba un poco su trencilla y otras para secarse al salir de tomar el baño, las palas de ping-pong, dos juegos por si queríamos jugar más de una pareja y cinco pelotas por si perdíamos algunas, la barca hinchable, los remos de la barca hinchable, otros remos que compramos en un Todo a 100 porque pensábamos que habíamos perdido los remos que venían ya con la barca hinchable, la colchoneta de la Sirenita de mi hermana pequeña, la colchoneta de Mickey de mi hermano pequeño porque decía que la de la Sirenita era para chicas y que él no la podía usar, los manguitos que utilizábamos cuando éramos pequeños, los corchos largos que no sé cómo se llamaban pero que para nosotros eran “lo de la abuela” porque eran a los que mi abuela se aferraba cuando se metía de medio cuerpo para arriba en el mar, la tabla de surf de mi primo Juan, la otra tabla de surf de mi otro primo Miguel comprada por pura envidia y con el primer sueldo que ganó como camarero en el chiringuito (yo creo que ese verano sólo trabajó para comprarse la dichosa tabla), la nevera de playa, la sombrilla azul, la sombrilla roja y rota pero que aún no habíamos tirado y las enormes bolsas de tela con dibujos de palmeras para meterlo todo. Y es que continuo sin entenderlo porque, total, si nos entrasen a robar, mi padre por fin podría ir a la playa como siempre ha querido y ha refunfuñado entre lamentos: “con el bañador puesto y una toalla colgada del hombro, ¡suficiente!”.


Mar Olmedo

LIBERACIÓN
Acostadas,desvalidas,sin un función sin ilusión.
Añorando la mar brava o la mar en calma,
sin sentir el calor.
Abandonadas sin remedio,encerradas en el tedio,
esperando nuestra estación.
Apiñadas y juntas,inservibles y sucias,
dejadas en un rincón.
Sopla el viento,llueve dentro de esta lúgubre prisión.
Llegará el sol,llegará el día de la liberación.
Mientras tanto,recordaremos juntas
risas y juegos,arena y abrazos
instantes de vida,retazos de amor.

Marta Aparicio.
LA CÁRCEL DEL VERANO.

Lo que más me gusta del verano es el final. Sí, sí, me encanta cuando se acaba y todo el mundo empieza a quejarse. Porque justo en ese momento aprovecho para gritarles: “¡Falsos! ¡Que sois unos falsos y unos desagradecidos!...” Porque cuando llega octubre ya nadie se acuerda ni de las sillas, ni de las toallas, ni de los chalecos salvavidas, ni de las colchonetas... Durante las vacaciones todos les hacen la pelota para que la silla aguante todo el día a pleno sol; para que la sombrilla resista bien plantada hasta los días de más viento; para que la colchoneta nos balancee suavemente sobre las olas sin volcar... Pero luego, durante meses, nadie se acerca a ver cómo están. Pensar en ellos sí que se piensa, ¡por supuesto! Pero una vez más es en plan egoísta: “cómo echo de menos al verano...” Claro, tú lo echas de menos. Pero, ¿qué me dices de todos ellos, que se encuentran a merced de que una subida de la marea les ahogue en su propia cárcel, la cárcel del verano?

Ahí se queda el verano, encerrado en pequeños compartimentos. En los embarcaderos de la playa, en los cobertizos de montaña, en la memoria de cada uno...


Inmaculada San José

Creo que ha terminado el verano porque guardan las sillas, las tumbonas y demás útiles de playa y de terraza de chalet.

Todo descansa encerrado hasta que vuelva el verano.

Nadie va a robarlas.

Despiertan la nostalgia de ratos agradales.

Saldrán de su encierro.

TE ARREBATAS

Carmen Babiloni
Te arrebatas, pierdes el sentido, eres puro desamor.
Te invade la rabia, pierdes el rol
te enganchas a un clavo por tener razón
te dejas al descubierto, con tu propósito enloquecedor.

Te transformas, tus ojos son todo un show
te revuelves en tu arrebato, no puedes ver el sl
te salen demonios de la garganta, ensordeces
te muestras en tus enfermos celos.

Te buscas el castigo, eres vacía, no tienes comprensión
te labras surcos en el espacio ingrato de tu corazón
te ofreces como mujer despiadada, no tienes valor.

Te observo desde la distancia, desde tu rencor
te escucho, y no concibo tanta ira, tanto descontrol
te doy un pésame, ya que vivir así es una maldición.

MI ESTRELLA DE NAVIDAD



(IQuer)
El arrebatamiento no sabe de espacios, de si es Navidad o no, ni del miserable estado en que te puedas encontrar. A veces, esta situación de rabia perdura demasiado, por eso deseo con fuerza que la visita de la muerte acuda en mi ayuda.
Tiempo atrás creí poseer el control de mi vida y en cambio ahora me siento perdido, sin posibilidad de encontrarme. Los pensamientos solo son íntimos al anochecer, cuando aminora la brutal presión que durante el día me convierte en un simple animal, cuando estoy cerca de traspasar el umbral de mis pesadillas.
Cada noche me sumerjo en este limbo que oscila entre el pánico y el infierno para recorrer a contracorriente el cauce de mi vida, para buscar sus primeras aguas, las nacidas de nieve celestial. Llego a las montañas de mi pasado esperando encontrar esa energía vital de la que ahora carezco.
Oscuridad, la ira hace de mi alrededor una noche eterna, sin luna, sin estrellas, sin mi estrella. El gélido viento sopla con fuerza pero no siento ese helado placer que encoge el corazón a la vez que te hace sentir más vivo que nunca. La humedad enquistada en el alma ensordece mis sentidos, demasiadas lágrimas internas, demasiados sueños sin poder ser vividos, ahora rotos, todos rotos.
Deprimente la certeza de estar peor vivo que muerto, sin identidad, pero la vida no sabe de penas que pesan más que cualquier alegría y lucha por seguir adelante. ¿Cómo continuar si mi realidad es peor que cualquier pesadilla?, ¿cómo andar este crudo camino sabiendo que mi esposa está muerta, quemada… humillada? Fue demasiado para mí ver como la empotraban en aquel vagón, como su voz rota me hacía jurar que cuidaría de nuestro tesoro, mi lucero.
Solo dos golpes de culata bastaron para romper el juramento, para arrancarme a mi pequeña, nuestra pequeña. Y con el ojo que no me habían reventado contemple como se desvanecía algo más valioso que la vida, como me arrebataban algo divino, demasiado grande para ser explicado con palabras. Se esfumaron todas mis risas, todos sus besos, la imagen de verla durmiendo junto al calor de su madre, Dios sabe cuánto me costaba separarme de este nido de amor cada mañana. Dios, ¿dónde está mi estrella?
El arrebatamiento no sabe de espacios, pero esta noche no puedo permitir su invasión, esta noche quiero soñar con ellas, con ella, envolverme en su aroma a vida, a pura inocencia. Por suerte nos obligan a dormir a ocho personas en una tabla de 2 x 2 metros, el contacto físico está garantizado, la imaginación hará el resto, necesito que haga el resto.
-Papi, me has despertado ¿porque me abrazas tan fuerte?
-Te he echado mucho de menos amor mío.
-¿Por qué lloras?- Le susurró mientras le cogía la cara con sus pequeñas manos.
-Porque se me desborda la alegría.
-No quiero estar sin ti, y menos en Navidad. ¿Qué me vas a regalar?
-Te voy a regalar mi regreso, y un árbol que no podrá cobijar el millón de abrazos y besos que he ido guardando para ti. Mañana, al despertar, recorreré la enorme distancia que nos separa, solo tengo que ofrecerme a respirar un gas mágico.
-Y encontrarás el camino, no me dejes otra vez sola Papi.
-Bromeas, tú serás mi guía, una luz en el cielo, un lucero, mi estrella de Navidad.

Fin

REAL DECRETO - LEY 45/2009



Cristina Cabedo Laborda

El arrebatamiento no sabe de espacios. Ni de tiempo, ni mucho menos de personas.
El Gobierno había aprobado una nueva ley, la 45/2009, de medidas urgentes para la regulación del arrebatamiento: ahora se permitían 5’5 arrebatamientos por día y por km2, sin que una misma persona pudiese repetir, claro. Y menos mal porque los arrebatos ya no daban abasto.
Pongamos por caso a Arrebato 72, que trabajaba en el pueblo de Villa Maribel. Estaba el domingo muy plácidamente en el butacón de su casa, con su batín puesto y los pies encima de la mesa viendo Titanic, cuando percibió que le llamaban del nº 42 de la calle Santo al Cielo. Era doña Inés que acababa de enterarse que le embargaban el piso. Y allí que se tuvo que ir Arrebato 72, a gesticular los brazos de dona Inés y a soltar insultos de su boca, para que luego encima doña Inés se quejara de su trabajo diciéndole que: “mira que no romper platos y tirar cuadros por la ventana”. A los treinta minutos ya le estaban llamando del nº 15 de la avenida Rey Don Emperador, donde Bertín acababa de saber por Juan que le habían suspendido en el examen final de carrera. Claro, como doña Inés le había dicho que no se había esmerado en su trabajo, Arrebato 72 puso todo su empeño en lograr ahora una buena labor y le dio por atacar a Juan. Juan también se arrebató y allí que pareció Arrebato 73, que por distrito no le tocaba trabajar en la avenida rey Don Emperador pero como la nueva ley 45/2009 prohibía el pluriempleo pues allí que mandaban también a Arrebato 73. Cuando aquella faena hubo terminado, Arrebato 72 se marchó a casa, a ver si por fin podía acabar de ver Titanic, que sus tres horas y pico duraba. Pero de camino le salió más trabajo. Al menos era de esos curros de toda la vida, de los que existen haya crisis económica o no la haya: arrebatamiento de celos, con cuernos incluidos. Era una chica del Paseo Nuevas Tecnologías que había descubierto a su novio en la cama con otra. En este caso Arrebato 72 hizo romper platos pero de tirar cuadros por la ventana nada, que eran unas copias de Monet muy logradas, y es que todo arrebato debe tener sus límites. Y ya por fin se pudo marchar a casa. Por el camino le fue entrando un reconcomer por dentro al pensar que no hubiesen incluido en la ley la prohibición de arrebatamientos los domingos, y solo de pensar en ello estuvo apunto de estallar, pero como la 45/2009 prohibía los arrebatamientos en los arrebatos pues se tuvo que aguantar y conformarse con ver, por fin, el final de la película.

Imagen: http://www.timesonline.co.uk

LA FURIA



Mar Olmedo

Siempre la consideré una mujer prudente,sensata,de esas que no discuten nunca,da gusto hablar con ella,no se altera,se muestra optimista y quita importancia a los problemas,la verdad es que te hace sentir mejor contigo misma.
Yo le acompañaba ese día,era mi abogada y teníamos un juicio,un pequeño problema con un inquilino que no se marchaba nunca de mi piso y que tampoco pagaba nunca.
Así que tranquilamente subimos al ascensor,ella iba impecable,con su traje entallado,su blusa impoluta y sus tacones de aguja.Me comentaba lo fácil que iba a ser todo y que al terminar iríamos a celebrar la buena resolución del caso.En el piso tercero se abrió el ascensor y entró un señor alto muy arreglado.De momento mi abogada,lanzó un grito increíble y empezó a darle con el bolso en la cabeza,el hombre se defendía cómo podía y yo nerviosa, al apartarme,no sé donde toqué,pero el ascensor se paró.Fué una batalla campal,nunca había visto a una mujer tan enfurecida,se quitó el zapato y con el tacón le daba por todos lados,mientras no paraba de gritarle improperios,le daba patadas,le escupía,daba miedo ver sus ojos.El hombre quedó en un rincón aguantando la tremenda paliza.Cuando la puerta del ascensor se abrió,salimos juntas al baño,se recompuso el pelo,se arregló la blusa y empezó a reirse,decía que jamás se había sentido tan bien,que estaba como nueva.Me comentó que el juicio iba a salir genial y que su ex-marido,el que había quedado hecho una piltrafa en el ascensor,lo iba a tener peor.Que como era el juez del caso,igual se iba a retrasar un poco la cosa.

jueves, 26 de noviembre de 2009

EL ARREBATAMIENTO NO SABE DE ESPACIOS


EL INOCENTE

Verónica Segoviano

El arrebatamiento no sabe de espacios. A veces tengo momentos. Soy una burbuja ingrávida, alegre y confiada que escapa hacia arriba y se mezcla, se diluye, desaparece. Siento una dulce debilidad que me deja en cueros vivos, sin excusas, sin argumentos. La renuncia. Su ligereza me tienta. Pero cuando estoy al borde del abandono, nace una resistencia. A veces es invisible, otras de acero templado. Entonces se materializa un vacío aterrador y el corazón se me encoge y me digo “no, que luego me encarno otra vez y respiro y tengo hambre y lo que tengo duele y lo ausente duele más”. Y me lleno los bolsillos de piedras y pongo los pies en la tierra. Estoy ante mí misma, soy juez y parte. Conozco el remedio: detenerme, aceptarlo y seguir respirando. ¡Cómo si fuera fácil! Lejos de resolver el misterio de la vida, de la mía al menos, echo en falta el gastado mecanismo de la culpa, añoro la seguridad del matrimonio causa-efecto, me escudo en el viejo parapeto del premio y el castigo y saboreo el amargo regusto de la ira. Lo llevo grabado a fuego en el alma, cimenta mis instintos, tiñe de claroscuro mis actos. No es sencillo ser inocente.

Marta Aparicio
El arrebatamiento no sabe de espacios y yo estoy muy agobiada. Aquí ya no quepo. Intento girarme, ponerme de pie, avanzar en cuclillas, pero todo es inútil. Mi margen de maniobra es de unos escasos centímetros. No puedo desplazarme a mis anchas, mis rodillas chocan entre si y no paro de darme golpes en la cabeza. Trato de darme la vuelta, pero la situación no mejora. A mis espaldas siempre encuentro el mismo escenario, la misma iluminación, el mismo asfixiante oxígeno. Intento gritar, pero aún no sé. Doy patadas de impotencia. Los nervios me consumen. Finalmente veo una luz allá al fondo y me lanzo a por ella de cabeza. Sea como sea, yo salgo de aquí hoy.

Imagen: http://www.erks.org/TunelDeLuz.jpg

EL ARREBATAMIENTO NO SABE DE ESPACIOS


Isabel Ubé

El arrebatamiento no sabe de espacios, menos aún si ese espacio es la tela de un cuadro en blanco.

Mi amigo Bertrand me invita a mí y a otros seis amigos a pasar las vacaciones de Semana Santa en su casa, una villa situada en las afueras de París. Sus padres y su hermana se han marchado de viaje y tenemos la casa para nosotros solos. Ocho amigos, cinco chicas y tres chicos, casi todos con la mayoría de edad recién estrenada.Corre el año mil novecientos setenta y cinco.

En nuestro primer día juntos, cansados algunos por el viaje y todos emocionados por el reencuentro, afloran sentimientos de amistad. Después de comer dormitamos al arrullo del calor de la chimenea. Bertrand coloca en el centro de la estancia un caballete sobre el que posa la tela de un cuadro aún sin estrenar. Al lado, sobre una pequeña mesa, deja una paleta, pinceles y tubos de pintura al óleo.

Me levanto del sofá para poner un disco que acompase esta atmósfera un tanto bohemia. Elijo uno y lo dejo sobre el plato del tocadiscos. El vinilo comienza a girar y bajo el yugo de la aguja nos regala la voz de Gérard Philippe contándonos un cuento: “Le Petit Prince”. Todos escuchamos en silencio y con los ojos cerrados. Cuando la voz se apaga abro los ojos y veo algunas lágrimas rodar por algunas mejillas.

Michel va a buscar su guitarra. Vuelve abrazado a ella como si fuese su novia. Se sienta en el reposabrazos de un sofá y comienza a rasguear las cuerdas arrancando sonidos que ya conocemos.

Sophie es la primera que se atreve a estrenar el lienzo. Su mano dirige el pincel y un trazo rojo rompe el blanco inmaculado de la tela. Y ese gesto, ese toque de color sangre parece que nos despierta. Todos nos precipitamos, en un arrebatamiento generalizado, hacia la paleta de colores y estampamos el sello de nuestra incipiente personalidad. Allí quedan también reflejadas nuestras frustraciones, nuestros anhelos…Una explosión de colores que configuran un jardín fantástico y vital.

Todos rebosamos energía y en medio de la algarabía generalizada alguien propone que nos disfracemos. Subimos en tropel hasta el desván y saqueamos los viejos arcones buscando alguna prenda de vestir que pueda servir a nuestros fines. También escudriñamos los restantes armarios roperos de la casa, invadiendo la intimidad de los propietarios, pero el fin justifica los medios. Al cabo de una hora aproximadamente, todos estamos guapísimos enfundados en ropajes de época, pero sobre todo Fran, con una preciosa capa de color verde y un sombrero con pluma que le da un estilo a lo “Don Juan Tenorio”. Y de esta guisa y a pesar de una finísima lluvia, salimos a la calle y cogemos el tren de cercanías que nos deja en “La Gare Saint Lazare”. De allí nos vamos al barrio de Montparnasse, que está muy de moda, a una cervecería belga y luego a un restaurante chino a cenar.

Volvemos a casa cansados. En el reparto de dormitorios me toca la habitación de la hermana de Bertrand. ¡Qué suerte!. Es un dormitorio precioso, amplio, acogedor, en tonos rosa pálido y con chimenea y todo. Me acuesto y me duermo al instante.

Dos rayitas de sol se filtran por la persiana de la ventana y me despiertan. Aún soñolienta tardo un poco en ubicarme, pero me encuentro muy cómoda y calentita. Al moverme en la cama, unas finísimas plumitas blancas se escapan por la urdimbre del edredón y vuelan sobre mi cabeza. Intento cazarlas y al girarme veo sobre la mesita de noche un huevo. ¿Alguna vez he tenido yo un buey? Intento despertarme del todo y escapar del estado alfa de mi cerebro que relaciona el huevo con la obra de Ionesco.

Oigo voces y una suave música de fondo. Me levanto con el huevo en la mano y salgo del dormitorio. Las voces proceden de la cocina. Me dirijo hacia allí y conforme me acerco me llega un reconfortante aroma a café. Aline y Catherine están preparando el desayuno. Me quedo un momento apoyada en el marco de la puerta y noto que me abrazan por detrás. Es Anne, que como yo, se acaba de levantar. También trae un huevo en la mano.

Todos hemos recibido huevos de Pascua de chocolate. ¡Qué ricos! Nos los comemos junto al café con leche y las tostadas.

La Nana de Bertrand, que siempre cuidó de él y su hermana desde pequeñitos ha venido a vernos, a vigilar un poco a esta pandilla de jóvenes y ha sido ella quien nos ha traído el presente de los huevos de Pascua. Nosotros, con todo nuestro cariño, le regalamos el cuadro que pintamos ayer entre todos.


miércoles, 25 de noviembre de 2009

VÁSTAGOS DE LA IRA


Enric Serra Prades

El arrebatamiento no sabe de espacios,

no tiene esquinas, ni cuestas, ni recodos;

se hace presente en la seriedad del instante;

no sabes cómo encontrarlo en un río

sin márgenes, en un papel aún no escrito;

sale él a buscarte en un recreo sin patio

del que brotarán las palabras del miedo.

De horizonte a horizonte huiré a tu encuentro:

no importa la distancia de la luz a tus ojos.

Yo ya te columbré por vez primera, mas

mira que te estoy escribiendo, pero

eres intocable. Y Daría todo lo que fuera

por regalarte de mi mirada una segunda sonrisa

con que arrebatar fieramente, nuevamente

un espacio ardiendo para ti y por nosotros.


Imagen:http://i.d.com.com

lunes, 23 de noviembre de 2009

NEO-NARCISO


Laura Roullier.

No era la primera vez que ocurría.
Frente al espejo, me arreglaba la pajarita del traje nuevo. Me veía bien; anticuadamente bien. Olía a mi Eau de Toilette pour Homme, reservada sólo para grandes ocasiones y para grandes mujeres. Mi atractivo era tal que hasta el cuarto de baño parecía hincharse del orgullo.

Cuál fue mi disgusto cuando mi reflejo abrió la boca sin mi consentimiento. Colocó las manos contra el cristal, desafiándome con la mirada, y me reprochó, muy ofendido:

-¿Es que no tienes corazón?
Intenté calmarlo, pero el pobre se estaba poniendo histérico. Que si llevaba días sin hablar con él, que si ya no lo quería... Le recordé que no había persona de este lado del espejo que se comparase con él. Pareció calmarse un poco, pero desde luego no se quedó conforme.

-Entonces... ¿vendrás un ratito de este lado? -inquirió, cambiando de táctica -. He preparado café, cortado y revuelto en el sentido de las agujas del reloj, como a ti te gusta.
-Cielo, justamente hoy tengo...

Comenzó a chillar de nuevo, ahora también llorando. Las lágrimas se perdían por debajo del marco, pero me di cuenta que le debían estar manchando el traje nuevo. No tuve más remedio que rendirme.

-Está bien, cari -acepté, y al instante se le iluminó el rostro-. Pero recuerda de poner un seis en lugar de nueve en la alarma, que siempre te equivocas.

La imagen pertenece a: http://1.bp.blogspot.com

jueves, 19 de noviembre de 2009

EJERCICIO 7. Colectivo




Propuestas de título

Interludio índico

Ultramar


Una historia escrita entre todos a partir de:
Cuando nosotros nos jubilemos las Seychelles ya no existirán.

El océano Índico las habrá engullido por completo, dejando un paraíso subacuático para hombres rana que bucearán entre casas, semáforos y complejos turísticos, y se harán fotos con cámaras sumergibles junto al reloj blanco de Victoria, su capital. Ochenta y una mil ciento ochenta y ocho personas habrán huido de su patria a un destino incierto. Trece de ellas están dispuestas, antes de que esto suceda, a luchar, o al menos a morir matando.
(Pedro Paradís).

A todos los miembros de esta improvisada resistencia los une la certeza de pertenecer a un paraíso posible e irrenunciable. Saben que el resultado de la suma de todo su empeño será indudablemente el éxito. Cada uno posee un don y cualquier destreza es necesaria: el más viejo es capaz de pescar palabras en el mar. Lanza la caña a las aguas y aguarda a que éstas le devuelvan, de forma suave, sigilosa y temperada, las palabras de sus antepasados. Sólo él es capaz de traducirlas y atesorarlas. Con este método, únicamente necesita tiempo y paciencia para conseguir que la historia de su pueblo no se diluya en el mar.

(Elena Torrejoncillo).
Un mar que ya vivió la fragmentación del antiguo continente Gonwana y que les dió la vida como islas. Lo saben y por eso retienen en su memoría la sabiduria acumulada en años de mestizaje pacífico. Una de las mujeres del grupo, la que procede de la minoría india lleva consigo, siempre, las semillas del fruto del pandanos, un tesoro que les servirá, en otras tierras, para alimentarse y cubrir los tejados de sus casas. Otra mujer, la mas anciana de todas, la de la minoria china, sabe los secretos de la curación de los cuerpos, lleva consigo,también siempre, aceites y esencias,para quitar dolores y reconfortar el alma. La mujer africana, la más joven, tiene un cuerpo rotundo y se mueve con el ritmo de la tierra; albergará la vida futura . La mujer de ascendencia francesa, había trabajado en un banco paraíso fiscal, sabe idiomas, y conoce un poco más el "mundo"; sabe enfrentarse a los depredadores. Estan preparándose para que la historia de su pueblo no se diluya en el mar.
(Vicenta Gallego)
Pero el mar tiene, a veces, la caprichosa propiedad de enfurecerse y es en ese preciso momento cuando no respeta naturaleza alguna que se le ponga por delante. Pasó en el 2004 y quizás vuelva a suceder en un tiempo que no está definido. Y entonces la belleza de estas islas quedará sepultada bajo sus aguas. Pero, como otras veces, el perro avisará con sus aullidos a nativos y turistas que huirán de la furia del Indico para ser fieles transcriptores de todo lo que de diluyó bajo las aguas. Y así, aunque ya no muestren su erguida cabeza, las Seychelles sobrevivirán a los tiempos.
(Maribel D`Amato)

Un insólito rosario de islas emergidas, entre la que se encuentra la suya, se aventuran en una aplicada carrera, como diligentes himenópteros en busca del hormiguero, a reunirse con el nuevo continente. Sacudiéndose las escamas y sellando para siempre las branquias, todas las mujeres dejan atrás los tiempos supervividos como flores de estufa al abrigo del volcán subacuático. Dan por bien empleados los siglos bajo el agua, cultivando esperanzas al amparo de las viejas leyendas de la vida aérea, custodias de la historia de su estirpe. Disfrutan por fin del sabor salobre del llanto hasta entonces desconocido.

(Verónica Segoviano)


Llegará nuestro turno. Mientras tanto se permiten sugerencias sobre el desarrollo del texto.
Más información:
http://www.que.es/ultimas-noticias/sociedad/200905131324-has-ido-seychelles-corre-que.html

Créditos de la imagen:http://travel.state.gov/images/maps/seychelles.gif

EJERCICIO 7. Individual



Escritura de un texto a partir de:
El arrebatamiento no sabe de espacios.
Arrebatamiento.
1. m. Acción de arrebatar o arrebatarse.
2. m. Furor, enajenamiento causado por la vehemencia de alguna pasión, y especialmente por la ira.
3. m. éxtasis.
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Créditos de la imagen: http://blufiles.storage.live.com

UNA DECIDIDA INDECISIÓN




LEOpoldo José Trillo-Figueroa Igual


L.O. era un aficionado a la escritura que se había inscrito en un Taller para pulir su manera de expresarse por escrito. Hacía ya varias semanas que había comenzado el Taller y. èl, estaba contento porque compartía su tiempo, durante tres horas a la semana, con gente muy agradable a la que estaba conociendo y que, como él, tenía esa afición.

L.O. pensó que, RR, que eran las iniciales del nombre y apellido de su profesora, no eran una casualidad sino, más bien, una predestinación; porque ella insistía erre que erre, una y otra vez, en intentar conseguir que sus alumnos, entre los que él se encontraba, lograran escribir algo digno de ser leído. Hacia ya cinco años que RR impartía ese Taller y, por eso, no era nada raro el que tuviera un rosario de antigüos alumnos como amigos.

Todas las semanas, RR, sugería escribir, sobre un determinado tema; mediante un relato, una poesía o hasta, si querías, un aparentemente simple haikú. Ella proponía pero no exigía, lo cual, al entender de L.O., era un buen método porque él había escrito ya cuatro pequeños relatos.

Aquella semana, RR, decidió modificar los parámetros y en vez de proponer un tema concreto, decidió abrir el abanico de posibilidades a cuatro. L.O., al oírlo, pensó que aquello le gustaba porque, si había sido capaz de escribir las semanas anteriores sobre un tema determinado, ahora que eran cuatro, le sería mas sencillo el hacerlo.

Una noche, se acomodó delante de su ordenador y se dispuso a escribir sobre uno cualquiera de los temas propuestos por su profesora. Lo primero que tenía que hacer era decidir sobre cual de ellos.

Al primer tema le podría sacar partido porque debía tratar sobre un brujo que con su magia negra y contratado por una despechada mujer, estaba consiguiendo que un famoso deportista estuviera lesionado durante mucho tiempo por haber rechazado tener relaciones con aquella atractiva mujer.

El segundo, que debía tener como motivo al inventor del fusil de asalto Kalashnikov, le parecía sencillo porque tan solo tenía que escribir una crítica alegórica sobre el anti-belicismo.

El tercero debería versar sobre una supuesta teoría que parecía afirmar que los extraterrestres preferían Perú para contactar con los humanos

Y el último consistía en escribir algo sobre un enredo con unos ficticios personajes de la prensa rosa basado en hechos reales.

L.O. ya lo tenía claro. Por los cuatro caminos podía empezar a caminar. El teclado de su ordenador estaba presto a recibir las pulsaciones de sus dedos en las diferentes letras que, bien hilvanadas por su cerebro, harían ver la luz a un nuevo pequeño relato. Pero tenía que hacerlo tan solo por uno. ¿Por cual se decidía?

“Que suerte” –pensó. Como eran cuatro en casa escucharía la opinión de todos y, el tema que mas votado saliera sería sobre el que escribiría.

En ello estaba cuando llegó su hijo y, al verlo tan serio y meditabundo, le preguntó que le pasaba. Él le contó lo que sucedía y, su hijo, le dijo que escribiera sobre el primero, sobre el deportista.

No habían transcurrido ni cinco minutos, cuando oyó como se abría la puerta de la casa y las voces de su mujer y su hija que habían salido a comprar no sabía qué. Es obvio que debía estar pensativo porque, al igual que había hecho su hijo, también ellas le dijeron que estaba serio.

Lo mismo que le había contado a su hijo les dijo a ellas y… sin saber lo que había dicho su hijo; su hermana dijo que lo hiciera sobre el de la prensa rosa y su mujer que sobre los extraterrestres.

Ahora si que lo tenía complicado porque, como buenos españoles que eran, cada uno opinaba una cosa. El tiro, nunca mejor dicho, le había salido por la culata porque a él, el tema que mas gustaba, era el de la Kalashnikov y la crítica antibelicista.. Pero… si al final se decidía por el de las armas, estaba seguro que se la iban a armar.

Como si hubiera recibido un golpe en la cabeza, en ese momento, empezó a ver cuatro estrellas numeradas dando vueltas en su mente, una por cada uno de los temas.

Ahí empezó un baile de cifras y pensamientos. El 1, el 2 , el 3, el 4.No, el 2 o mejor el 3 ¿y porqué no el 4?. Pero es que… el 3…. ¡Decidido! el 4. ¡No!, mejor me decido por el 1…o por…

Recordó que también había una quinta opción. No escribir sobre ninguna de los cuatro. Pero… el quería escribir, por lo que esa opción la descartó inmediatamente.

Antes de que en su mente aparecieran nuevamente las estrellas, decidió escribir sobre los cuatro y sobre ninguno al mismo tiempo. Hete aquí que se le ocurrió una sexta opción. La sexta opción fue dejar constancia de su indecisión, de su… decidida indecisión.

16 de Noviembre de 2009

Créditos de la imagen: http://www.anthonyfernando.com/uploads/Image/indecision.jpg


jueves, 12 de noviembre de 2009

EJERCICIO 6D



MUÑECO CON AGUJAS
Sin confirmar: Rica, famosa, rubia y transgénica ex heredera rechazada por futbolista nacido en Funchal, capital de Madeira, tras acoso sin derribo en fiesta de celebración de fichaje en Los Angeles (L.A.) decide malear el destino del jugador tan bien pagado a través de un arma llamada Pepe El Brujo.
A la acción de este experto en magia negra se le atribuyen las dos recientes lesiones de Cronaldo como es conocida la víctima en su web entre otros lugares. El titular: PARIS HILTON LE HACE VUDÚ A CRISTIANO RONALDO
aquí:
http://www.europapress.es/chance/gente/noticia-paris-hilton-le-hace-vudu-cristiano-ronaldo-20091030180129.html

Imagen de: http://thefrumplingtons.blogsome.com

Mar Olmedo

EL NÚMERO NUEVE
Aquí estoy,sin poder jugar,escuchando estupideces en la televisión. ¿Pero quién me va a hacer vudú?
A mí,imposible. Aunque mi madre me dice que ella ya está contraatacando y que el tal "Pepe el brujo",no tiene nada que hacer.
Pensándolo bien,igual,la tonta pija de"Paris",es la que ha movido todo esto,capaz,esa chica es tonta...
A quién se le ocurre,seguramente estará dolida,claro, estará cabreada,es una chica consentida ,y estúpida, no sé cómo se me ocurrió acercarme a ella,con todas las chicas que había en la fiesta.
Ya sabía yo,que no me lo iba a perdonar...
Pero de ahí,a todo lo que ha dicho de mí,que si le gustan los hombres "machos",que si era un afeminado,que si me pongo flores en el pelo.
Increíble,pero la prensa lo exagera todo,menudo filón,e internet está lleno de todas las estupideces que lanza por su boca.
Claro que ese día,con lo contento que estaba,me pareció genial ir a la discoteca de Los Ángeles a celebrar mi nuevo fichaje, después de varias botellas,uno pierde un poco el sentido de las cosas,incluso creo recordar,que me pareció hasta guapa.
Pera al llegar a su casa,cuando empezó a desnudarme,a tocarme,con ese aliento que echaba para atrás,me espanté y salí huyendo.
Ya entonces me gritó,que no me lo perdonaría,que no jugaría con el Real Madrid,que me iba a acordar de ella toda la vida.
Claro esas son cosas que se dicen en un momento de ira y ella estaba furiosa.
Pero no sé que tiene que ver esto con mi baja médica,no puede ser que tenga relación.
Mi mamá me ha dicho que no me preocupe,que ella se va a encargar de todo.
Eso sí,me ha dicho que a la próxima amiga, primero le dará el visto bueno ella.
Es muy inteligente mi mamá.

Inmaculada San José

El futbolista mejor pagado del mundo está siendo víctima de una trampa tramada por una rica heredera que lo pretendió y a quien él no prestó la menor importancia. Ella, despechada, recurrió a un amigo, Pepe, de quien no se conoce su nacionalidad aunque por el nombre sería fácil inferirla, que se aplicó con las malas artes del vudú a fondo.
El futbolista no levanta cabeza, pierna mejor, y lo peor es que sospecha porque el también es creyente en estas magias, de la rubia desengañada.
Tal vez como las informacione proceden de la prensa nada sea seguro.

EJERCICIO 6C



EL DISEÑADOR DEL KALASHNIKOV CUMPLE NOVENTA AÑOS Y DICE SENTIRSE MUY SATISFECHO DE SU VIDA Y DE SU INVENTO.

Condecorado por el presidente ruso.
¿A cuántos otros el Kalashnikov les impidió alcanzar tan provecta edad?
¿Qué es un oxímoron?

(Del gr. ὀξύμωρον).

1. m. Ret. Combinación en una misma estructura sintáctica de dos palabras o expresiones de significado opuesto, que originan un nuevo sentido; p. ej., un silencio atronador.


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Imagen del "diseñador" y más datos en:
http://www.elmundo.es/elmundo/2009/11/10/internacional/1257849466.html
Innecesario cualquier añadido.

Le llamaban Lucifer, pero se equivocaban.

Marta Aparicio.

Hay dos formas de contar esta historia: mintiendo o traicionando a la verdad. Una parte del mundo nunca la habrá oído. Y otra estará harta de escuchar continuamente su murmullo.

Esta historia de silencio comenzó en 1942, cuando el primer prototipo de rifle Kalashnikov fue presentado al ejército ruso. Desde aquel momento, miles de cuerdas vocales estaban predestinadas a vibrar por última vez frente a uno de estos aparatos. Y aunque parezca que el creador de este armamento sea el mismísimo demonio, lo cierto es que existió. Existió y vivió. Vivió muchos años, pero sus últimas declaraciones, en las que no asume culpa alguna, hacen pensar que estuvo muerto la mayor parte del tiempo.

Mentiría si dijera que las muertes provocadas por su creación atormentaron enormemente su conciencia. Y traicionaría a la verdad si insinuara que en su rostro asomaron continuamente muestras de arrepentimiento. Pero como he dicho, esta historia sólo se puede contar mintiendo, diciendo que el demonio existe, que él creó el rifle Kalashnikov y que no se arrepiente de nada de lo que ha causado.

Pero esa parte del mundo que conoce bien la historia, esa parte del mundo que la ha sufrido tanto, no me lo perdonaría. Así que no puedo mentir y decir que el demonio existe, porque eso no lo sé. Pero lo que sí puedo decir y escribir es un nombre propio: Mijail Kalashnikov. Y, lamentablemente, creo que el parecido es razonable.

OXÍMORON EN ACCIÓN

Verónica Segoviano
Llegué a Izhevsk al amanecer. Hacía un frío infernal. Un tenue resplandor tamizaba la nieve ardiente. Atravesé el estrecho camino excavado desde la acera hasta el hotel con mi natural torpeza no exenta de gracia. Cuando entré en la recepción, estaba cubierta de sudor frío. No era fácil entenderse con los camaradas rusos. No está en sus genes aceptar a los extranjeros. El recepcionista me indicó que no había reserva a mi nombre. Con estudiada indiferencia, tuvo la gentil descortesía de ignorarme. No lo sentí, pero la herida dolió. No podía dar un paso atrás por una simple complicación. Sin saber si serviría, escribí mi nombre en caracteres cirílicos y mencioné la palabra mágica: “Kalashnikov”.

La habitación era de un lujo espartano, si se me permite una ligera exageración. No me importó. El viaje había sido duro. Había pasado seis horas retenida en la frontera y sólo pude traspasarla gracias a una llamada a los compañeros de Aduanas Sin Fronteras. Pensé en mi humilde objetivo y me sentí orgullosa. Presa de un optimismo moderado, me acosté. Mientras hojeaba un ejemplar de Pravda repleto de viejas noticias, caí rendida en un agitado descanso.

Izhevst estaba situada en la región económica de los Urales, en la República de Udmurtia, un territorio rico en materias primas: oro negro, metales ligeros y gas pesado; contaba también con un potente sector industrial y científico. Izhevst era su capital, el arsenal de armas de Rusia y la sede de la 10ª Feria Armamentística en la que me había inscrito. En esta ocasión se conmemoraba el noventa aniversario de Mikhail Timofeyevich Kalashnikov, el inventor en 1947 del rifle de asalto AK-47.

Había hecho una estimación precisa del tiempo que tendría que guardar cola, pero para mí sorpresa era la única persona ante el mostrador. El funcionario me comunicó que no estaba acreditada. Maldije mi mala suerte. En la pantalla del ordenador saltó un mensaje: "Keyboard not found, press any key". Muy aplicado, el hombre presionó una tecla. Me requisó el pasaporte y me pidió que le repitiese el nombre. Me dije, cállate y responde. Era importante pensar rápido y actuar, a pesar de que estaba casi segura de que se trataba de un error calculado. La única opción que encontré a mano era convencerle de que España estaba entre los diez primeros países exportadores de armas. Nadie me preguntó si esas ventas se producían cumpliendo con el Código de Conducta de la UE. Era un riesgo calculado y funcionó. Mientras el administrativo cumplía con la tramitación, observé lo que ocurría fuera del recinto. Los cuerpos de seguridad, abrumadora mayoría, aquí no se andaban con chiquitas, rodeaban a un nutrido grupo de manifestantes que intentaban protestar por el evento lanzando insultos, pero con respeto. Era una confrontación pasiva, no les quedaba otro remedio. El abanico de fuerzas era amplio: el colectivo Movilización Global de los Antiglobalización, representantes de la izquierda fascista, Ateos Clericales, el Voluntariado para el Servicio Civil Obligatorio, Discriminación ±, el grupúsculo Caos Controlado… Una aldea global. Un golpecito en el hombro y recuperé la documentación y una acreditación reluciente.

Quedaba patente que no era Lara Crof, ni Xena, la princesa guerrera, mucho menos Nikita, por tanto, nadie se fijaba en mí. Me convenía y además la suerte se puso de mi lado. Sucedió así. Un hombre mayor con pinta de estar más muerto que vivo, acompañado de una mujer que, y apelo a mi opinión de todo punto objetiva, estaba endemoniadamente buena creyeron que yo era parte integrante del personal que cubría el acto y me endosaron sus abrigos. En realidad, no tuve la certeza de quién acompañaba a quién. La cara del hombre me resultaba extrañamente familiar. Mi memoria fotográfica rescató de sus estantes un rumor muy fidedigno que identificaba a la pareja como a un conocido millonario arruinado y a su concubina divorciada. En uno de los bolsillos había un pase peculiar, distinto a las acreditaciones que los asistentes lucíamos colgadas. Me dirigí al ropero, me deshice de las prendas y puse rumbo a los lavabos. Allí realicé una serie de maniobras de maquillaje al pase, que no es prudente ni profesional detallar. Había culminado con éxito la primera fase de la operación.

El evento se celebraba en la fábrica Izhmash, lugar en el que seguía trabajando el homenajeado desde hacía sesenta años. Los actos se iniciaron con unas palabras del incombustible Kalashnikov, satisfecho de su vida y de su invento, el arma más resistente y fácil de usar del mundo. Un fusil que no callaba ni debajo del agua y que, gracias a su presencia en todos los conflictos armados imaginables, se había ganado el derecho a figurar en la bandera de algunos países. Mikhail, un hombre con el pelo cubierto ya de escarcha, abogaba por inculcar el patriotismo en los jóvenes a través del servicio a la patria y al pueblo. Como tantos otros, este hombre se había puesto al servicio de los más oscuros intereses a cambio de un ascenso, una pensión y una medalla. Paradójicamente, Rusia, un país hambriento de dinero, era dueña legítima de una marca informal pero global, no se les ocurrió patentarla y sólo se registró hace unos años. El mercado estaba lleno de clones y versiones originales de las los ruskis no habían visto un miserable rublo. Sin comentarios.

Los participantes aplaudieron a rabiar y luego se dispersaron. No tenía a quién saludar, de modo que deambulé solitaria entre la gente. Concentré mi atención en la profusión de rosas amarillas y en unas señoritas medio desnudas, de una sobriedad embriagadora, muy rusas por así decir, que ofrecían vino seco y kilos de caviar. Hubiera podido sentir por ellas una sana envidia, pero no lo hice. Todo al compás de una apagada música militar. Se habían empezado a formar corrillos. Distinguí al lobby de Vietnam, otro de los veteranos de la II Guerra Mundial y a todo tipo de servicios secretos: El Mosad, la CIA, el MI5, la Stasi; decrépitos miembros de la SS, a guerrilleros yihadistas de Hezbollah, Ángeles del Infierno, paramilitares y mercenarios de todos los pelajes. Los ejemplares más solicitados eran los catalogados como POW, siglas que los acreditan como prisioneros de guerra, y, por encima de todos, los MIA, misteriosos desaparecidos en combate. Y Pepe “El Brujo”, representante patrio de las Ciencias Oscuras, un reciente fichaje del clan. Sus conversaciones me dejaron ahíta de conceptos asépticos tales como paz armada, guerra preventiva, fuerza de paz, misión humanitaria, ejército pacificador, fuego amigo, tregua permanente… La apuesta segura de ahorrar invirtiendo en armas inteligentes. Ya saben, esa forma de resolver los conflictos de intereses actuales.

En una sala contigua podía visitarse un nutrido despliegue de modelos armamentísticos y educarse con un resumen detalladísimo de las características y bondades de cada uno. Me demoré observando algunas. Desde antiguallas como un arcabuz o el famoso “Mataduque”, como se apodó a la Browning empleada para liquidar a los Duques de Austria en 1914; pasando por cascajos como el Winchester, el Colt Peacemaker, la Beretta, el Mágnum, la 9mm Parabellum, la Jericho. No faltaban las testadas en Vietnam: una ametralladora apodada “La Cerda”, la Minigun, la misma que llevaba aquel famoso avión al que los vietnamitas llamaban “Puf el Dragón”. Viejas conocidas españolas: “La Marietta”, una ametralladora que me recordaba a una prima hermana; la carabina Puma, el denostado Cetme. Variedades como las granadas multipropósito, las minas antipersona, las bombas racimo que debieran estar incluidas en la categoría de armas gramaticales, dignos ejemplos de adjetivación pospuesta, con todo su carácter objetivo y lógico de complementación de su beligerante sustantivo, incidiendo en que refleja una particularidad accidental y no esencial. Yendo un poco más lejos, podrían calificarse de epítetos, traslaciones, juegos de palabras… Pero no me extenderé en detalles estilísticos. Sin embargo, no se podía competir con el atractivo del armamento moderno. La nueva generación de armas de polímero y la gran familia de armas limpias. Los gases lacrimógenos CS y CN, hermanos gemelos; su prima DM, la adamsita o gas vomitivo; la espuma paralizante, el Ship Gun adormecedor; las armas termales o microondas, que tuestan, sea por fuera o por dentro, con un sencillo clic; el cañón sónico “Mosquito”, tan de moda con el asunto del botellón. En vitrina especial vigilada, el Táser. Todo presidido por el primer prototipo del AK-47.

Tanta evocación me condujo al pasado. Se me llenó el cerebro con el bello rostro de Bruce Lee en una preciosa exhibición de nunchaco. Después se me cruzó otra cara menos bonita que la del maestro, un chavea calorro, el Juande que, una vez por semana y en horario variable, pa pillarme bien pillá, intentaba sirlarme la bici, armado con una faca barbera roñosa y un par de mocos verdes a juego con sus temible sacáis. Entonces las armas eran más personales, cara a cara, de esas de “a que no hay güevos”. Como yo no tenía de eso, desarrollé un par de armas de defensa personal, un olfato fino, fino y un par de piernas eléctricas. Sólo me pilló una vez. Fue suficiente, nunca más tuve bicicleta.

Estaba perdiendo la concentración y no me convenía. Consulté el reloj. Detecté cierto trasiego en la parte trasera del escenario. Era el momento de poner rumbo al objetivo. Mostré mi pase. Tras una completa radiografía visual, el gorila me permitió acceder. Las armas colocadas, los blancos dispuestos, una selecta concurrencia expectante. Me había colado en la más cotizada competición de tiro del mundo. Por supuesto era clandestina. Desde luego todo el mundo lo sabía, aunque sólo unos escogidos conocían el lugar y la fecha exacta de la cita. Sin premio, sin apuestas, simplemente por prestigio. Tres oportunidades, cualquier tipo de arma permitida. Me acerqué a la mesa. Deseaba reservar mis tres turnos para el final. Consultadas las bases, aceptaron la petición. Me senté y me armé de paciencia.

Casi dos horas después, tras comprobar los resultados iniciales, los competidores con posibilidades de victoria se redujeron a unos pocos. El fantasma de Charlton Heston, cowboy urbano, perenne representante de la Asociación Nacional del Rifle. La xenófoba moderada Sarah Louise Heath Palin. George Herbert Walker Bush (padre) y George Walker Bush (hijo), representantes de la perfecta idiotez. Hugo Rafael Chávez Frías, capaz de codearse con los mejores con tal de intercambiar unos tiritos. Usāma bin Muhammad bin `Awad bin Lādin y su frondosa calva. Teodoro Obiang Nguema, ¡valiente cobarde! Y Bob Denard, reconocido mercenario pasto del alhzeimer.

Llegó el momento. No me encomendé a ningún santo. Gracias a Dios soy atea. Sin embargo, desde lo más profundo de mi corazón, envié un besito enorme a mi familia, a mis amigos y a… bueno a nadie más. La soledad era mi única compañía, pertenecía a un club de solitarios desde hacía años. Tal vez tuviera que ver con mis constantes cambios de residencia. Envuelta en un silencio atronador, me dirigí a la marca. Cerré los ojos, el tiempo se detuvo en un instante eterno. No pensé nada concreto. Apunté al infinito y más allá. Uno, dos, tres. Veloz y sin dar margen de respuesta giré mi arma. Entonces, sonreí y borré a todos los participantes en orden aleatorio. Inevitables daños colaterales Enfundé y me deslicé hacia la salida amparada por el desconcierto general. Fui vagamente consciente de que acababa de dejar una huella imborrable. Una diana con tres certeras letras en el centro, “PAZ”, cubrió mi retirada.

Mar Olmedo

TRISTE SOLDADO
Se alistó en el ejército,apenas con dieciocho años,era muy joven,pero entonces,todos lo eran,pensaba en palabras grandes,como:libertad,futuro,igualdad...La primera noche,los alinearon a todos,les dieron las pocas armas que tenían,pocas,no había para todos,iban en parejas y sólo uno llevaba un arma,el otro quedaba a la espera,por si disparaban a su compañero coger él fusil.En una semana ya estaban preparados y en un monte escarpado oían los tiros del enemigo,era de noche ,la luna iluminaba donde pisaban y los dos temblaban al notar como se iba acercando el enemigo.Había estado lloviendo todo el día y las botas se hundían cada vez más en el barro.De pronto enfrente de ellos,apuntandóles con un arma se encontraban los que más temían.El disparo sonó rotundo y su compañero cayó al suelo,él,llorando pensó que había llegado su día,cuando de repente un rayo de esperanza cruzó por su mente,al asesino le cayó el arma en un charco fangoso y pensó que se había salvado.El soldado riendo la cogió y volvió a disparar,dándole en la pierna.
Hoy estaba recordando todo esto,después de casi cincuenta años.Pues en las noticias apareció,"Medvedev",que otorgaba la estrella del héroe al diseñador del Kalashinikov y este decía frases que le ponían el vello de punta "Los jovenes deben entender que lo principal en esta vida es el servivio a la patria y al pueblo" O esta otra "He logrado diseñar un sistema capaz de perfeccionarse al compás del tiempo".
Cojeando se levantó y apago la tele,pensaba que ojalá no hubiera sido tan perfecta,que el charco la hubiera inutilizado,que su compañero estuviera vivo,que ojalá no hubiera exixtido nunca,ni esa medalla,ni esa persona que recibía el premio,ni siquiera la que lo entregaba.