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Curso 2016/17

jueves, 28 de marzo de 2013

Álbum de fotos INCORREGIBLES

Amelia Díaz Benlliure de Urania Ediciones, Joan Pla y Pasqual Mas
 
Abrazadas a los Incorregibles
La editora y una de las Incorregibles
                                             Adela Torres Esplà lee su relato "No son maneras"                    
                                                            Seguimiento de las lecturas
                                                               Intervención de Amelia Díaz

                                                     Paco Tejedo lee su relato "Pedruscos"
                                                    Verónica Segoviano lee "Doble o nada"
                                                        Rafa Mesado llig el seu poema

martes, 26 de marzo de 2013

HOY



Raúl Ariza en el Taller de escritura de la UJI







Página del libro



Raúl Ariza
La suave piel de la anaconda
Talentura, Madrid, 2012.

Tras Elefantiasis (Policarbonados, 2010), el benicense Raúl Ariza publica en Talentura un nuevo libro de relatos breves, cortados por el patrón de la supervivencia cotidiana en un mundo desencantado. La suave piel de la anaconda insiste en las microbiografías de personajes derrotados que cercan las pocas historias en las que el amor emerge, como islas volcánicas, para lanzar una tabla de salvación ante la desesperanza, la incomunicación y el olvido.

Hay relatos en La suave piel de la anaconda que se leen como se escuchan las confesiones en los programas nocturnos de la radio. Una cierta desolación asoma en cada historia que se vierte como un dolor lento, arraigado en la lejanía amarga que lo engendró. Aunque se esté frente a un descubrimiento vital, una melancolía de cocina desordenada, de tarde de domingo sin llamadas, inunda los relatos de Raúl Ariza, que sitúa la instantánea de lo cotidiano tras un filtro que unas veces estrangula el aliento y otras nos instala en el gozo jugoso de un momento parecido a la felicidad. Son derivas provocadas por el consumo desganado de lo cotidiano, quizá porque el protagonista de estos fogonazos de realidad no es otro que el ser humano disfrazado de ofidio bello y seductor, pero portador de un veneno que regurgita inevitablemente.
La suave piel de la anaconda traslada y asimila los comportamientos de los seres condenados a no entenderse: reptiles y humanos son incapaces de establecer conexión alguna según los zoólogos y, sin embargo, hay patrones que le sirven a Raúl Ariza para dividir el libro en varias etapas, en varios anillos elaborados con una práctica de la escritura que desviste el lenguaje de molestos ropajes y florituras. Fiel a la máxima de la concentración de la anécdota, Ariza destila la toxina de cada suceso y la ofrece como un licor de trallazo corto y definitivo. Y lo hace presentando la escena de lo narrado como el que ve el teatro desde un lateral del escenario, lo que le permite un ángulo nuevo, pues observa al personaje y al espectador a un tiempo: sabe de la angustia que le corre por dentro al protagonista y del desamparo del que observa y no hace nada o no puede hacer nada por solucionar el conflicto. Es como si Raúl Ariza nos estuviera diciendo a través de sus relatos que es imposible salvarse, pero nos queda nadar contra la corriente.
Asistimos a una amalgama de cinco desencuentros que contienen diez relatos cada uno, cuyas crónicas desgarradas están constituidas por brechas abiertas causadas por la inseguridad, el esfuerzo baldío, el engaño, la enfermedad, la violencia y hasta las armas; y, por último, encontramos un cierre, “El dios de todas las cosas” en el que el narrador desafía la luz que nutre la historia, y nos ofrece la clave de la escritura: del sol depende la vida y del escritor las palabras para contarla. Cada uno de estos cinco trancos, precedido por una breve nota que alude al comportamiento del ofidio amazónico, responde a un capítulo virtual que bien podría ser “Crímenes”, “Pérdidas y separaciones”, “Soledades”, “Encontronazos, permutas y deslices sexuales” y “Declaraciones de amor”.
Encontrarse de nuevo con los relatos de Raúl Ariza, algunos pertenecientes a su blog “El alma difusa”, no hace más que confirmar la trayectoria de este escritor que escribe con voz de radio de madrugada, tan próximo, tan de lo que ocurre en el apartamento de enfrente o en nuestro desencanto.

viernes, 22 de marzo de 2013

María Sentandreu en el Taller de escritura de la Uji


María tiene recursos, gadgets e imaginación suficiente no para hacer las cosas igual que los demás sino para hacerlas incluso mejor. Le gusta el verso libre y la novela realista porque ella es así: libre y realista. Gracias por tu ejemplo.


ÁLBUM DE FOTOS






jueves, 21 de marzo de 2013

Primera Jornada 2013 de Primavera de Microrrelatos Indignados



Primavera de Microrrelatos Indignados
1ª Jornada de la 2ª Edición

Relatos de Alberto Porta, Petra Dindinger, Carlos Campos Naharros, Pilar Saborit, Ana Crespo, José Ramón Martínez García, Maribel D'Amato, Charo López, Juan Baeza Anguix, Javier García, Rafa Heredero García, Rosa Miró i Pons, LEOpoldo Trillo-Figueroa Igual y Rosario Raro.
Más información en: La colina naranja
y más relatos en todas estas páginas y más relatos en todas estas páginas  

HASTA QUE EL DINERO NOS SEPARE
Ella fue una mujer de clase media. No poseía una infinitas riquezas aunque el sistema le hizo creer que sí. Él, desde luego, jamás llegó a pertenecer a la misma clase pese a que el poder le convencía de lo contrario. Para ella, el día a día era un continuo despilfarre donde no había límites: ni tan siquiera en su arrogancia. Para él, la compra de un bien cuyo valor superaba las dos cifras suponía un remordimiento del cual no podía despojarse.
Un buen día, ella dejó de tener ingresos; al parecer no tenía tanto dinero como creía tener. La pobreza la hundió en un pozo de envidia y falsas apariencias. Ella siguió comprando caprichos sin pensar cómo los podría pagar mientras él todavía disfrutaba de aquel bien que tanto sueño le había arrebatado. Ella no cesó su falsa vida de acaudalada y despilfarraba todo el dinero que pedía prestado. Aunque a él no le molestaba ayudar a quienes se lo pedían, era incapaz de pedirle un solo euro a su madre. Ella perdió ese ático de lujosas vistas. Él jamás se planteó comprarse uno en sus treinta años de vida. Ella perdió a sus amigos y familiares a los que había arruinado. Él se prometió no volver a prestar sus ahorros a nadie más.
Ella se quedó sola y sin nada que llevarse a la boca. Y él, a pesar de todo, no podía evitar sentirse mal por no acoger a su hermana entre sus brazos.

Alberto Porta
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4381 pasos

cuatro mil trecientos ochenta y un pasos después me encontraba al borde del precipicio aquellos últimos cuarenta y cinco minutos no borraron las azules luces intermitentes los precintos de las puertas las historias que guardan las paredes los gritos desesperados la perdida de todo miré al fondo del abismo la vista se perdió entre miles de imágenes llenas de desesperación cerré los ojos respiré profundamente uno dos y una mano acarició mi hombro me paré giré la cabeza sus ojos llorosos llenos de rabia de dolor de ternura de amor me miró detenidamente tendió su mano sin dejar de observarme nuestros dedos se entrelazaron susurro no vale la pena no lo hagas y en silencio sin presente descaminamos juntos los cuatro mil trecientos ochenta y un pasos

Valentí Piñot

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LAS TABLAS

Le enseñaron las tablas, las de multiplicar y las de Moisés. Creció, vaciló, estudió para acabar siendo político. Porque le gustaba multiplicar y se reía de los mandamientos que comenzaban ocho veces con “NO”. Cuando se comprimían los diez, era como dividir. El resultado era: Amarás al prójimo como a ti mismo. Puso en práctica el amarse a si mismo. Convirtió los “NOes” en “SÍes”, era un cálculo simple, fácil. Los que más le gustaban eran:
SÍ ROBARÁS todo lo que puedas y lo llevarás a paraísos fiscales.
SÍ MATARÁS, e inducirás al suicidio a los desahuciados.
SÍ CODICIARÁS LOS BIENES AJENOS, vaciarás los bolsillos de los contribuyentes.
SÍ DIRÁS FALSOS TESTIMONIOS Y MENTIRAS ante los fiscales y en campañas electorales.
SÍ CONSENTIRÁS PENSAMIENTOS O DESEOS IMPUROS con las chicas majas que trabajan en hoteles o en la oficina.
De esta manera contribuirás a volcar al país en un estado famélico, donde los súbditos no tendrán trabajo, harán colas para poder comer al menos una vez por día hasta agotar existencias. No caíste en la cuenta de que la anarquía ya estaba al acecho en la siguiente esquina. Estabas seguro de que no te habías equivocado, porque sabías multiplicar de maravilla.

Petra Dindinger

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UN TRAJE DE NOVIO

  • ¡Buen día, Paco!, ¿ya vienes de dar una vuelta por las tierras?—
  • Sí, y de atender unos asuntillos pendientes— contestó. — Ahora me voy para casa que ya lo tengo todo claro— subió el pie al pedal y arrancó.

Paco, con su poblada barba castaño-rojiza y su purito medio apagado entre los labios, casi siempre iba montado en su vieja bicicleta BH de color azul mediterráneo, con el pequeño azadón atado atrás, vestido con el pantalón marrón oscuro a la altura de la rodilla, con esparteñas y una camisa medio desabotonada. No debía de llegar a los 50 años, aunque pocos sabían su edad exacta, esos preciosos ojos azules y su buena forma física le daban un aspecto más juvenil.

Desde la muerte de sus padres las cosas no habían marchado bien: cosechas pérdidas, deudas y soluciones que no llegaban.

Llegó a casa y le dio la bienvenida la eterna soledad, se duchó, se puso el traje de novio que su madre le compró y que él no tuvo oportunidad de estrenar. Apartó la mesa del comedor y encima de ella colocó de forma ordenada y con etiquetas todos los documentos y llaves. Abrió la gran puerta que daba al corral desde donde se veía la terraza colindante.

El grito se oyó en toda la calle, provenía de la casa de los vecinos de Paco; más gritos, lloros y llamadas de auxilio: — ¡Ayuda, llamar a la Policía!, ¡Paco está penjat, que se ha ahorcado!

Carlos Campos Naharro
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¿QUIÉN DISTRIBUYE LOS RECURSOS?

El hijo de mi amiga tiene 14 años. Era futbolista. Hace un año se inició en el botellón y los porros. Está en 3º de ESO y no ha aprobado más que Educación Física. Su comportamiento en casa ha empeorado considerablemente y mi amiga está asustada, confusa, deprimida ante un hijo que se ha convertido en un desconocido o peor aún, en un enemigo. Tras hablar con su tutor, este le ha remitido al psicopedagogo escolar, y este, a su vez, a un psicólogo externo, ya que en ese instituto hay muchos niños con problemas y solo un especialista.

  • “Lo siento, no hay recursos”.

Ha recurrido al médico de cabecera, solicitándole que le mande a un psicólogo de la seguridad social. Como su hijo no ha intentado suicidarse le han dado cita para dentro de dos meses. “¿Dos meses?”, grita indignada, “pero si la otra noche se meó encima y no podía articular palabra. No puedo esperar tanto”.

  • “La solución es que vaya a uno particular”.

Aunque le suponga mucho esfuerzo, lo hará porque su hijo es lo mejor que tiene.


Un hombre avanza por la acera dando tumbos, borracho, hablando solo, llamando la atención de todos los viandantes. No es peligroso, se ha sentado en un portal. Cinco minutos después han llegado 3 coches de la policía y una furgoneta médica ambulatoria. Entre todos, 9 funcionarios, se lo han llevado para asistirle.

Muchos recursos para lavarle la cara a la calle.
Pilar Saborit

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DESAHUCIO
Tiró las llaves a la basura, de tanto ímpetu que le dió a la bolsa. Se quedó mirando el contenedor, con la esperanza de verlas aparecer por la ranura de la tapa. Pero, no, prefirieron mezclarse con los deshechos y dejarla en la calle. ¡Qué aventura! Seguro que, después de la discusión que habían tenido, no le iba a contestar ni al teléfono ni al portero automático. Trepar por los balcones, imposible con su vértigo. Así que esperó, pacientemente, la llegada de algún vecino para colarse en el portal. Sentada en las escaleras, pasó la noche contando las horas que faltaban para que él saliera hacia su trabajo. Llegó la hora, se abrió la puerta, ello lo empujo fuera, se coló en casa, cerró la puerta y pasó el cerrojo. Esta vez no le había mirado a los ojos, ¿sería capaz de cambiar la cerradura? A fin de cuentas, aunque el director del banco ya se había instalado, el piso todavía era suyo.
Ana Crespo
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TENGO UNA ALMOHADA LLENA DE SUEÑOS
—¡Wow, Sara!, tu habitación es preciosa. Se nota que tu padre es banquero.
—Sí, es tan bonita como aburrida. Ojalá pudiese compartirla con una hermana.
—Yo nunca duermo sola. Mis papás, el chiquitín y yo, compartimos un dormitorio más pequeño que este. Y como por las noches hace mucho frío, saco al niño de la cuna para meterlo en mi cama. Mientras dormimos, me abraza casi con tanta fuerza como yo a él; me encanta.
—Pero, Luci, una cosa es estar acompañada y la otra es no tener intimidad.
—¡Qué va! Lo pasamos muy bien. Antes de dormir, siempre acabamos cantando y contando mil y un chistes. De todas formas, mi mamá dice que nos mudaremos a otro sitio mejor; y que el traslado será muy divertido.
—No veo que tiene de divertido una mudanza.
—Solo podemos llevarnos una maleta. Gana quién más objetos entrañables consiga reunir dentro de ella en cinco minutos.
—¿Cosas como fotos y libros? Sería mejor llevarse muebles y camas.
—Mis papás dicen que recordemos siempre lo que fuimos, porque esto nos ayudará a no olvidar nuestros sueños; y que conseguirlos, debe de ser nuestro objetivo en la vida.
—No sé, todo esto suena muy extraño.
—Pues mi papá dice que este juego se le ha ocurrido al tuyo. Comenzará cuando unos empleados del banco, junto con la policía, entren en casa empujando la puerta.
—Siempre has sido un poco patosa, creo que perderás.
—Imposible, utilizo mi maleta como almohada.

José Ramón Martínez García
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UNO MENOS, UNA RACIÓN MÁS
Esther entra en el vestuario, pone la llave en su taquilla, saca la bata blanca, cierra los ojos y piensa que todo es tan negro como lo que percibe tras sus pupilas apretadas. No quiere entrar en la consulta. Se niega a visitar a trece ancianos con enfermedades crónicas que necesitan medicamentos demasiado caros para sus exiguos bolsillos, ni a cinco discapacitados con problemas de asistencia. Ni, ni, ni…
En la última reunión con el “ responsable de sanidad” había quedado todo bien claro. Su voz sonó en mis oídos como un mazazo.
-- No hay dinero, no hay mediicamentos ni asistencia gratuitos. Los ancianos que se rasquen el bolsillo. Los discapacitados que los cuiden sus familiares. Si no pueden, la administración tampoco. Es lamentable, pero los primeros, ya han vivido lo suyo y los segundos, la verdad es que para subsistir de ese modo...
-- Pero eso no es justo, es inhumano.
-- Es lo que hay, señores. Uno menos, una ración más
Maribel D'Amato
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ELLA
La mirada perdida, el paso lento, ensimismada en un vaivén de imágenes y pensamientos, se interroga: “¿cómo se ha producido esta vertiginosa caída?”. Claro que, tras escuchar los testimonios de los nuevos indigentes en la cola del dispensario donde se reparte comida gratuita, ella es afortunada. La tan nombrada crisis la mantiene sin recursos, con deudas financieras y la salud mermada, aunque cómo compararse con esa rubia de la fila, que, en compañía de su madre, arrastra el drama del maltrato y una precaria salud, que le impide trabajar y la lleva por ventanillas reclamando manutención; esa madre que, por sus hijos en paro, mantiene la mirada triste en espera de su ración mensual; la pareja de inmigrantes sin derecho a asistencia sanitaria, que se lamentan de una enfermedad diagnosticada y sin tratamiento; el padre de familia, en un limbo legal, con trabajo no remunerado sin poder acogerse a otra faena o al desempleo. Y, qué decir de las prostitutas que pasean peleonas por la acera de enfrente… Escucha: ¡crisis, crisis, crisis! Y para ella carece de contenido. Cabizbaja, siente la frustración y el fracaso sobre sus curvados hombros y convierte La Crisis en desaliento y lucha infructuosa.
Charo López
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LOS INVASORES DEL MARTES

A alguien que recorre mil quinientos millones de kilómetros para ver cómo eres no se le hace esperar. Al menos eso era lo que pensaba Juan cuando aquellos seres venidos de Saturno entraban cada noche en su habitación y practicaban con su cuerpo toda serie de experimentos. Había oído hablar de los visitantes de alcoba y de experiencias extrasensoriales, pero aquellas confianzas con su organismo le resultaban algo incómodas, porque a él le costaba mucho decir que no, así como expresar sus sentimientos a aquellas criaturas. Todos estos encuentros no dejaban en él más rastro que unas permanentes ojeras y unas insanas ganas de agradar a todos, fueran de la galaxia que fueran. Sin embargo, aquel martes por la mañana recibió la primera visita hostil proveniente de estos mundos en forma de misiva. Iba a pagar más por el teléfono. Le iban a cobrar más del recibo de la luz y del agua. La tarifa de internet pasaba a ser escandalosa. Ese mismo martes, ya por la noche, se enteró de que le iban a aumentar las horas de trabajo y a reducir el sueldo. Esto solo significaba la guerra. Era la primera agresión que sufría de un planeta de su entorno, el suyo propio, pero estaba preparado para contraatacar y no tenía miedo. No convenció, sin embargo, este argumento al eficiente subdelegado de gobierno, que archivó la demanda en nombre del sistema solar sin más trámite. Con la notificación de este archivo Juan se dio por invadido y conquistado.
Juan Baeza Anguix
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DESESPERADO

Federico se enteró del embarazo de su mujer. Desde entonces, reza todas las noches a Dios para que sean octillizos: si cada uno llega con un pan debajo del brazo, tendrán para algunos días de alimento.
Javier García

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PARTE DE GUERRA
—¿No os habéis enterado? ¡Poned la tele! —el padre entró en casa dando grandes voces, con una sonrisa de oreja a oreja y su mujer y su hijo lo miraron extrañados —, ¡el General lo ha conseguido!
Al ver la expresión de su mujer adivinó que lo tomaba por un loco o un irresponsable.
—Bueno, General, jefe de Estado, Presidente, Rey... Emperador, ¡el hombre que ha acabado con esta pesadilla puede ser lo que quiera!
Se dirigieron al salón, el niño encendió el televisor y se sentó en el sofá junto a sus padres. Sonaba la sintonía de las noticias y luego apareció el locutor, quien con gesto serio y voz engolada leyó un escueto comunicado:
En el día de hoy, cautivo y desamparado el ejército de parados, han alcanzado las clases dirigentes sus últimos objetivos económicos. La crisis ha terminado.
—¡Así se hace! —exclamaron los padres, y empezaron a aplaudir, el hijo también, contagiado por la alegría que demostraban, aunque no entendía nada.
—Papá, ¿qué significa esto?
—Muchas cosas, hijo —le respondió—. Significa que si nos ponemos enfermos nos van a cuidar los mejores médicos, significa que nadie va a quitarnos nuestra casa de vacaciones, significa que vas a poder estudiar sólo con quien como tú puede hacerlo, significa que eso va a servir para encuentres un trabajo mejor y sigas disfrutando de tus privilegios sin ninguna queja, significa que...

—Ya, papá, —lo interrumpió su hijo—, pero entonces, ¿qué van a hacer los derrotados?
                                                                                                  


 Rafa Heredero García
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PERDONE QUE LE MOLESTE
Llueve. El asfalto refleja la hora de la cena. Por fin llega a casa. Veinticuatro horas de guardia: cinco partos, dos de ellos cesáreas. Está baldado.
Llega al rellano. La humilde bombilla de 40 vatios le impide ver la banda de plástico que cruza la puerta de su casa. No se percata hasta introducir la llave en la cerradura. ¡Joder! ¡No puedo abrir!
Un vecino, baja y le explica que esta mañana han estado unos señores con una orden judicial de embargo. ¡Me cago en la...! ¡Pero... pero, si esta casa es de mis abuelos.
Iracundo arranca un papel pegado en la pared y lee: para cualquier duda llamar al 666666666, Sra. Equis Zeta-Jones. Procuradora. ¡Vaya con el nombrecito... no me toques los... y encima he de llamar...! !Ring! ¡Riiingg! ¡Riiiiiiiiiiiiinnnnnnnnnnnnnnnnngggggggggggg!. ¿Digamee?. Perdone que le moleste, pero creo que ha habido un error. ¿Un eerror?. Perdone que le moleste, pero mi casa no tiene hipoteca. Puees eentoncees sí quee ha sido un eerror, heemos eestado dudando si seería la casa dee al lado, son fincas vieejas... la numeeración no eestá muy clara. Perdone que le moleste, pero... ¿donde voy a dormir?. Puees váyasee a casa dee un amigo, ¿quée quieere quee lee diga? ¿no queerra dormir een mi casa?. Perdone que le moleste, però... ¡Váyase usted a la m-i-e-r-d-a! ¡Click!.
Ha tomado un taxi hacia un hotel. Al pasar por el Paseo de la Alameda se ha fijado en un gran montón de cartones vivientes que dormían por las aceras.

Rosa Miró i Pons
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CAMBIO DE AMOR

Esther tenía una tienda de lencería femenina, esa ropa sedosa,  ligera y normalmente semitransparente que tanto le agrada a las mujeres ponerse y a la mayoría de los hombres quitársela con los ojos.
Al bajar las ventas en su tienda y estar cerca la época estival, pensó ampliar el negocio vendiendo también bañadores y poniendo una sección outlet. A su amiga Julia, que vivía en una ciudad próxima, le estaba funcionando.
Se acercó a su Banco pensando que no le pondrían ningún impedimento en ampliar su cuenta de crédito para tal fin.
Pero no fue así. El Director se excusó en que las órdenes del Banco eran cortar de raíz los créditos y que ahora “el que no metía no sacaba”
Siendo una clienta "de toda la vida", que nunca había dejado de pagar lo que debía, no entendió la negativa y, enfadada, le dijo: Es injusto que los que habéis hecho las cosas mal seáis vosotros y los que tengamos que pagarlas seamos nosotros.
Días después la rueda de la fortuna dio un fuerte frenazo en su casa. Un gran pellizco en la Bonoloto. El olor de esa “goma quemada” llegó al Director del Banco que le ofreció el oro y el moro si ingresaba allí el dinero.
Pero ella se la debía y, al cerrar su cuenta, le dijo: dile al Banco que mi “amor” por él se ha acabado, que el “mete-saca” lo haré en otra entidad y no con una que lo confunde con “joder”.
LEOpoldo José Trillo-Figueroa Igual
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DONDE LAS TOMAN, LAS DAN

Desde que jugaba durante mi infancia en su huerto de limoneros y jazmines, conseguir esta casa era mi sueño. Contrastaba mucho en aquella calle de procesiones tenebristas que desfilaban bajo los balcones adornados con colchas de seda. Aquella fachada, en cambio, parecía la portada de una revista de arquitectura, una obra de Frank Lloyd Wright, por lo menos.
El mismo día de mi cuadragésimo cumpleaños colgaron el cartel de Se vende. Un par de semanas después vi a una pareja que desde una vespa anotaba el teléfono. Me lancé. Cuando llamé me dijeron que pedían 100 millones de las antiguas pesetas, tal vez las llamaban así en oposición a las futuras pesetas, unos 600.000 euros.
No poseía esta cantidad ni siquiera la décima parte pero como persona bien instruida por los telediarios me decidí a solicitar una hipoteca. Estábamos en 2013, era el momento ideal. Redacté yo misma el documento que presenté en el Banco. Cegados por la necesidad en esos momentos de un cliente como yo, ni ellos ni el notario leyeron la letra pequeña. En esta decía que el contrato se realizaba a perpetuidad, concepto tomado de las participaciones preferentes, es decir, que no tendría que devolverles mi dinero nunca y además que el abono de las cuotas sería realizado en diferido la misma fecha y de forma simulada, es decir, jamás.
Desde aquí, desde mi hamaca, os animo a los demás a hacer lo mismo, las viviendas de protección oficial, los minipisos y demás soluciones habitacionales deben reservarse para sus utópicos promotores.
Rosario Raro
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 MÁS RELATOS:
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lunes, 18 de marzo de 2013

jueves, 14 de marzo de 2013

Presentación de 150 Rosas en Huelva






Relato de Pilar Saborit seleccionado por la editorial Entricíclopes

Relato seleccionado de PILAR SABORIT TEL  Al dios de los gatos de pana
El jurado compuesto por Ana Cubas, Andrés Portillo y Gustavo Rojas se reunió en Madrid el domingo 10 de marzo y decidió que los relatos que se publicarán serán los siguientes:

Relato Ganador:
1. LA GRIETA de Inés Martín Navarro.

Primer finalista:
2. Han anunciado tormenta de Ramón Emilio Aguiló Rodríguez.

Segundo finalista:
3. Caza de Alejandro Ruiz Criado.

Relatos para publicar:

4. 333 de Miguel Ángel Martín Alonso.
5. Al dios de los gatos de pana de Mª Pilar Saborit Tel.
6. Alejandra de Diego Germán Niño Robles
7. Almendras saladas de María Loreto Pérez Alonso
8. Autorretrato anónimo de Juan Carlos Cabañas Fernández
9. Azul y negro de Marta del Río García
10. Culpable de Susana Armengol.
11. Demonium Meridianum de Diego Amando Moreno Garza.
12. El espejo oscuro de José Ignacio Sainz.
13. El monstruo de Salvador Rivas Gálvez.
14. El mundo en nuestras manos de Diego Iglesias Solano.
15. El puente de Carmen Gil Robles.
16. El tiempo que soñaba con ser árbol de Marcelo Horacio Galbán.
17. En otra parte de Isabel González Gil.
18. Hiperrealismo o la mirada acogedora de Juan Carlos Fernández León.
19. La inocencia de Carmen Moreno García.
20. La mamá y el niño de Roberto Jusmet Cassi.
21. La replicante de Iñaki Goitia Lucas.
22. Lápiz de Alfredo Ruiz Islas.
23. Mecanuscrito en naturaleza muerta, con habitación de hotel al fondo de Miguel Jiménez Salvador.
24. Mi razón y yo de José Antonio Pérez Magdalena.
25. Miradas vacías de Verónica Díaz Álvarez.
26. No soy yo mi reflejo de Jesús Carnerero Carballo.
27. Nora de Angélica Puerto Tello.
28. Pájaro de sombras de Emilio Pulido Medina.
29. Percusiones de Agustín Cadena Rubio.
30. Tránsito de Ángela Saiz Gómez.
31. Un día de Miguel Ángel Cedenilla Carrasco.
32. Un sitio adonde ir de José Ignacio Señán Cano.
33. Vidas Abstractas de Susana Obrero Tejero.