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Curso 2016/17

martes, 29 de octubre de 2013

Presentación en Castellón de Lo que encontré bajo el sofá de Eloy Moreno

Miércoles 30 de octubre
Sala San Miguel. Calle Enmedio, 17
19.30 horas
Elogio de la simultaneidad y del efecto mariposa
Este informático del ayuntamiento de Castellón, antiguo alumno del «Taller d’Escriptura Creativa de la Universitat Jaume I», ha revolucionado las letras españolas en los últimos años. Desde que decidiera publicarse su primera novela El bolígrafo de gel verde y fuera captado por la todopoderosa editorial Espasa, Eloy Moreno ha vendido centenares de miles de libros y ha sido traducido a diversas lenguas. En Lo que encontré bajo el sofá (Madrid, Espasa, 2013) deja al aire los secretos que nunca perdemos, sino que extraviamos temporalmente.
Tras el éxito de ventas cosechado con El bolígrafo de gel verde, en su segunda novela, Eloy Moreno se adentra en la expectativa de compartir un secreto que tira del lector para adentrarlo en el conocimiento de una vivencia que se adivina agazapada en un rincón que se resiste al asedio del olvido como el arpa de Bécquer tantas veces nombrado en este libro. Desde un principio, Lo que encontré bajo el sofá pespunta un par de historias que transcurren paralelas, se trenzan y se cruzan de tal manera que mientras se sigue el hilo turístico y aséptico de una no puede olvidarse la avalancha de miedo y barbarie que inunda la otra. En el cruce de argumentos, como dos cables eléctricos, saltan chispas y cada una de ellas constituye una vida que se enfrenta a una polifonía caleidoscópica de personajes nuevos, encerrados en sus apartamentos, que pueblan la geografía toledana como en una página de sucesos. Se entra entonces en un goteo de acciones como si una cámara inversa de televisión fuera inundando un hogar tras otro para descubrir cómo se vive o se muere allí. El mundo se revela como una sala repleta de relojes con los que medir cada una de las vidas y es entonces cuando alguien se detiene en el escaparate de una relojería y decide contar qué pasa en cada una de ellas.
La multitud de historias que se abren en las páginas de la novela permite que se busquen unas a otras para retroalimentarse, para añadir tensión a unos encuentros que se imaginan violentos; si no físicamente, sí para el esqueleto que sostiene el alma de cada ser y lo baña de deseo, de sexo, de miedo… Eloy Moreno deja caer una de esas trampas de los indígenas que disparan flechas en todas direcciones y en cada dardo van escritas las vivencias de un personaje que estalla y se proyecta hacia el vacío, pero que rebota y se entremezcla como un todo simultáneo que se sucede como un rizoma oculto; y es así cómo de cada nudo se abren nuevos argumentos, nuevas posibilidades que ficcionalizan los entresijos de la vida misma.
Y, por si fuera poco, de vez en cuando salen a la luz diversas leyendas relacionadas con la ciudad que sirve de algo más que de decorado, Toledo. La urbe adquiere una virtualidad simbólica que la convierte en laberinto de calles en las que se esconden secretos que servirán de excusa para ser manifestados con el fin de ser sometidos cara a cara con el tiempo presente de los acontecimientos que se narran. Leyendas (caballeros, callejones, incluso la de Juanelo al que Jesús Ferrero le dedicara una novela homónima…) frente a la realidad (crisis económica, despilfarro de los políticos, “aeropuertos sin aviones”, colegios con menos profesores, “edificios culturales sin uso”…) y, en medio, los personajes que luchan contra sí mismos y contra una sociedad de la que se saben víctimas les estigmatiza y que, por tanto, no les redime. La novela busca también la rebelión del lector, despertarle de un letargo al que le ha conducido el cabreo reinante y llevarle a tener ganas de cruzarle la cara al primer político que se ponga por delante.
No obstante, sumergida en el tsunami de tanto flujo vivencial y simultáneo, destaca la historia de alguien que se pierde entre tanto laberinto, que cae y se siente caer sin poder hacer nada por evitar el protagonismo de un secreto que, como otros, se consagrará ¾o no¾ al olvido de simples objetos perdidos bajo el sofá. Mientras la protagonista ¾Alicia (la que cruza al otro lado)¾ batalla con las circunstancias que la asaltan, como en “Tres muertes” de Chéjov, otras tantas vidas sufren en sus apartamentos, en sus habitaciones de hospital o en sus parques la vorágine de una misma fuerza que se presenta como una reacción en cadena, acaso la vida misma, que les zarandea y les obliga a derrotar hacia situaciones en las que, a veces, no quieren verse. El precio de la vida es asistir a toda una suerte de acciones escalonadas que nos afectan por el mero hecho de estar allí donde algo ha de suceder, y el éxito consiste en luchar a brazo partido por salir a flote, a pesar de tragar agua de vez en cuando.

PASQUAL MAS I USÓ  

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