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Curso 2016/17

jueves, 18 de abril de 2013

Segunda Jornada de la Primavera de Microrrelatos Indignados



2023
No hay vuelta atrás. Hoy es el día. Firmó el contrato hace tres años. Tomó la decisión acorralado en el fondo de un lodazal de acreedores. Sin asidero. Asfixiado. A punto de un suicidio irremediable después de dos tiranicidios. Miraba a sus hijas y no podía dejar de pensar obsesivamente en sus futuros injustos, inciertos y dudosos. Estaba invirtiendo en ellas lo que podía y lo que no podía. Estudiosas, comprometidas, responsables, infinitas salidas nocturnas, alguna que otra discusión, adolescencias llevaderas al fin i al cabo. Observaba callado a Marta, la quería pero ya no la amaba. Él siempre le decía que el dinero no hace la felicidad y ella le contestaba pero contribuye. No eran felices. Nunca se imaginaron lo que les costaría devolver la inversión en licenciaturas, masters, estancias en el extranjero… la argolla apretaba el cuello cada mes más fuerte. Los sueldos de ambos se habían visto reducidos considerablemente y de obligado tenían que reintegrar lo prestado. El grillete se convirtió en una ciénaga. Cada vez que intentaban salir, el espeso tarquín lo impedía. La deuda fue creciendo, y el desamor, y los desencuentros, y las broncas… cada uno empezó a llenar sus vacios sin el otro.
            Mirando la televisión una madrugada insomne vio la sugerente publicidad: Reality show en Marte.
            El billete solo es de ida, no hay vuelta. Ventajas: su familia y descendientes tendrán una sustanciosa mensualidad hereditaria. La firma es irrevocable. ¿Quiere firmar el contrato o se lo piensa? Sí. Firmo ahora mismo.
                                                                                                                             Rosa Miró i Pons
PACTAR CON EL DIABLO
— ¿Cómo que quién soy? ¡El Diablo, naturalmente!
— Es que vestido así, sin cuernos ni tridente...
— ¿Y qué quiere que me ponga? ¿Una capa roja? ¡Se creerían que soy Superman! Déjese de dramas decimonónicos, que estoy más elegante con este traje hecho a medida, corbata de seda inglesa, nudo Winsor, maletín de cuero auténtico... Créame, es lo mejor para mi trabajo
— Que es...
— Conseguir almas, como la suya, por supuesto. Mire, aquí traigo los contratos.
— ¿Y tengo que firmar con sangre?
— Pero... decididamente es usted un romántico. ¡Sangre!, con lo que ensucia. Mejor utilice este bolígrafo con el logo de nuestra empresa. Firme aquí, para la hipoteca... aquí, para disfrutar del crédito... y aquí, para el aval de la casa de sus padres... puro trámite, no se agobie.
— ¿Y ya está?
¡Ve qué fácil! Además le voy a contar un secreto. Esa pareja de ancianos también me va vender su alma: los ahorros de toda una vida por unas participaciones preferentes. Pero dejémosles que usted ya tiene lo suyo. Y por favor, si vienen mal dadas por los beneficios desmesurados que solemos obtener, o por nuestra mala gestión, que total, a nosotros nos van a rescatar, no se olvide del suicidio, lo digo por lo del pacto y su alma, ya sabe.
— Claro, lo tendré en cuenta, pero en el fondo, lo que a mí me preocupa, que soy una buena persona, es lo que va a hacer usted cuando estalle la Revolución.
— ¿La... Revolución?

RAFA HEREDERO GARCÍA


2ª Jornada de la 2ª Edición

UNOS TANTO
A un sobre de sopa se le añade un quilo de arroz previamente sofrito con varios dientes de ajo y Avecrem. Con dos euros se consigue un primer plato para seis personas.
Para después se descongela una bolsa de croquetas, se juntan todas en una y a esa bola se la añade harina, se pinta con uno de vuestros huevos y se mete al horno. Queda majestuosa.
De postre tengo bastante con un bote de melocotón en almíbar. Se mezcla el jugo con clara y se bate a punto de nieve. Sobre esa espuma cada mitad de fruta parece un sol de azafrán entre las nubes.
Menudo adelanto esto de los platos precocinados y las latas de conserva. Lo mejor que hay. Cuando yo era joven todo se preparaba desde el principio y esto no quiere decir que se pelaban y troceaban las hortalizas sino que primero, unos meses antes, se sembraban.
Una comida de tres platos para seis personas, es decir, dieciocho platos, docena y media en vuestro idioma, por cuatro euros cincuenta. ¿Qué os ha parecido, turulecas?
Bien pitas que estáis con el grano que me dan cuando se les apolilla. Entre el maíz y el trigo siempre os encontráis algún gusanito de regalo. Y menudas vistas que disfrutáis desde este balcón, la tela de gallinero no os tapa nada de la avenida, cuánto coche, pero, claro, la tengo que poner para que no os tiréis del quinto piso.
Rosario Raro

5 comentarios:

joseluis dijo...

Me has dado una buena idea... Pondré una alambrada en el balcón de casa, que ando con unas ganas de... :-)

Y la seguridad social no quiere dar ni prozac.

Me ha gustado mucho esa comparación entre las formas de comer de la yaya y la nuestra (porque más o menos es lo que yo también hago).

Un gusto :-)

Ana dijo...

Nos tendremos que apuntar esas nuevas recetas. Muy ácido.
Abrazos

Elysa dijo...

No, si estas recetas y las maneras de llevarlas a la práctica se están dando mucho desde hace un tiempo. Ya estoy mirando un rincón de la terraza que va ideal.

¡Buena participación, Rosario! Como dice ana, muy ácida.

Besitos

Isabel Barceló Chico dijo...

¡Genial!

Miguel Torija dijo...

Rosario: me encanta eso de los meses que había que esperar desde la siembra y la red de gallinero para no suicidarse. Gallinas condenadas a vivir en un gallinero.

Rafa: ¿La Revolución? La Ravolución. Dios te oiga, o el Diablo en este caso.

Rosa: Marcharse a MArte va a ser la única solución que nos quede. Algunos han comenzado ya marchándose a Alemania, pronto comenzarán a marcharse a China, luego la luna...